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Las relaciones laborales de las próximas décadas estarán marcadas por los objetivos de transición ecológica y el impacto que esta tendrá en el mundo del trabajo.

En materia laboral empezamos a acometer importantísimos retos que han dado un salto cualitativo a los asuntos laborales en las empresas y en la sociedad.

En los últimos años se han incorporado al mundo de las relaciones laborales cuestiones que podrían haber parecido ajenas al mismo y que, ahora, siquiera dudarlo parece descabellado. Hemos hecho propias de las relaciones laborales cuestiones como la igualdad de género, la protección de datos de los trabajadores, las discusiones sobre los mecanismos de vigilancia informática (muy relevantes en el trabajo a distancia) y el derecho a la desconexión tecnológica, por mencionar solo algunas de las materias más relevantes.

El mundo del trabajo no se detiene, pero ¿cuál es el siguiente reto?

Con motivo de que el 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, se hace ineludible mencionar la ya muy presente preocupación de las relaciones laborales por el impacto que tienen en el medio ambiente. Ya hablábamos hace un par de años en este blog sobre cómo pequeños cambios pueden tener un gran efecto en el medio ambiente. Desde entonces, esta tendencia se ha hecho universal y se ha continuado desarrollando la iniciativa creada en 2013 por la Conferencia Internacional del Trabajo de la OIT en la que se planteaba el marco de políticas para una “transición justa” en el trabajo.

Hay un cambio sustancial, no obstante, frente a lo que hemos visto hasta ahora: empresarios, sindicatos y autoridades no están analizando la responsabilidad ambiental como un fenómeno ajeno al mundo del trabajo sino como algo intrínseco al mismo. Atrás han quedado los días en los que se identificaban las relaciones laborales y el derecho del trabajo con contratos, despidos y poco más.

Por el contrario, las políticas laborales y sociales y las propias prácticas del mercado han impuesto que los agentes sociales (a todos los niveles) estén de acuerdo al identificar que solo se puede hablar de mercado de “trabajo justo” si las condiciones laborales son ambientalmente sostenibles y están alineadas con la agenda mundial frente al cambio climático y la transición ecológica. Asimismo, más allá de la eterna discusión sobre cómo el mercado de trabajo puede afectar al medio ambiente, se ha hecho inevitable plantearse cómo cambiarán el panorama laboral de las próximas décadas fenómenos tales como la transición ecológica, la reducción de la huella de carbono, la implementación de energías limpias y, en general, la reindustrialización verde.

La discusión no puede ser más actual. La OIT ha ratificado su compromiso para llevar a la práctica el objetivo de una transición justa hacia la neutralidad del carbono, destacando tres cuestiones esenciales:

  • La creación de empleos verdes y la formación de trabajadores en nuevas tecnologías comprometidas con el uso de las energías renovables y la mejor utilización y tratamiento de residuos.
  • La creación de mecanismos de protección de ingresos de los trabajadores que les permita, por ejemplo, abandonar un trabajo (no verde) para reconvertirse a uno más ecológicamente justo.
  • La mejora de la seguridad en el trabajo para prever y mitigar los riesgos relacionados con el cambio climático y las políticas para afrontarlo.

Estas iniciativas son ya realidades en muchos sectores de la economía: en industrias como la producción de energía (con la potenciación de nuevas formas de generación), la automoción (con el auge del coche eléctrico) o la agricultura (con la proliferación de productos bio), se implementan ya, muy intensivamente, programas de formación para la creación de los puestos de trabajo del futuro.

Este nuevo contexto nos obliga a redefinir las relaciones laborales y a generar una especial sensibilidad con las cuestiones ambientales. Los objetivos de neutralidad climática deben ser mucho más que guías de actuación y deben fijarse, en colaboración con los trabajadores y sus representantes, las medidas que permitan poner el mundo del trabajo al servicio de la lucha contra el cambio climático.

Como profesionales de las relaciones laborales, no podemos bajar la guardia y debemos estar preparados, una vez más, para la aparición de un campo de actuación adicional dentro de nuestra área de expertise: el derecho laboral verde.

Felipe Ochoa

Departamento Laboral de Garrigues