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Meses atrás el Registro Especial de Buques de Canarias (REBECA) cumplía 25 años. Si bien ha sido uno de los mayores éxitos de la política marítima española reciente, por cuanto permitió que siguiera existiendo la flota mercante de pabellón nacional, en los últimos años hemos venido observando una pérdida progresiva de su competitividad, ya que ha ido perdiendo buques en favor de otros registros internacionales (Malta, Madeira, etc.). Entre las causas, la excesiva rigidez de su legislación laboral; la no delegación en las sociedades de clasificación (salvo que los buques estuvieran en el extranjero y exclusivamente para determinadas cuestiones); y la escasez de sus medios humanos y materiales junto a una inadecuada estructura administrativa.

La flota mercante, de pabellón y controlada, de los países suele guardar una relativamente estrecha relación con su PIB y su tráfico portuario de forma que, salvo excepciones matizadas (política marítima, tradición naviera y coyuntura económica), las mayores flotas suelen ser las de los países más ricos y con más tráfico. Entre las excepciones, se encuentra España que, pese a ser la quinta en PIB y la cuarta en tráfico portuario de la UE, sólo es la flota decimotercera y decimocuarta (controlada y de pabellón, respectivamente) de la UE. Por tanto, nuestra flota, tanto de pabellón (cuya práctica totalidad está registrada en el REBECA) como controlada, no es, en modo alguno, acorde a nuestro peso económico.

Hemos conocido recientemente un Proyecto de Real Decreto que permite a las sociedades de clasificación llevar a cabo inspecciones de buques en España en días festivos, fines de semana o fuera de los horarios laborales ordinarios, lo cual es una excelente noticia. No obstante, siendo muy necesario, no es suficiente para conseguir la competitividad perseguida, pues también hay que abordar urgentemente los demás defectos apuntados y hacerlos coincidir con sus indudables ventajas (atractivos incentivos fiscales y sociales aprobados por la UE, lista blanca del MOU de París, no consideración de paraíso fiscal, acceso a los tráficos internacionales y al cabotaje de la UE). Así conseguiremos probablemente que toda o la mayoría de la flota mercante controlada por empresas navieras españolas (ahora hay más de 100 buques fuera) se registre en el REBECA. Aunque no tenemos tradición naviera, sí podemos tener una política marítima más adecuada.

Jesús Barbadillo

Departamento de Transporte y Marítimo de Garrigues

Artículo publicado en Transporte XXI


Fuente: Garrigues Abogados

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