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La unión sanguínea de los socios empresariales no siempre conduce al éxito. La recomendación es crear un Protocolo capaz deencontrar el equilibrio entre sacar lo mejor de la familia y amortiguar su efecto potenciador.

A veces escuchamos aquello de que una determinada empresa hubiese ido mejor si no fuera porque sus gestores son hermanos. Pero también la experiencia muestra incontables ocasiones donde el esfuerzo y la generosidad entre familiares han sido la clave del éxito en sus empresas, a través del sacrificio y la dedicación al trabajo de sus accionistas que, por contra, no siempre es tan fácil de encontrar en las empresas de capital no familiar.

Resulta sencillo entender que la familia justifica un sobreesfuerzo en términos de dedicación o de financiación. Sin embargo, no lo es tanto asumir que las relaciones familiares pueden distorsionar el enfoque ante situaciones más sensibles como pueden ser la incorporación o la separación de un familiar dentro de la empresa.

Estos eventos, comunes en el desarrollo de cualquier negocio, adquieren una complejidad especial cuando afloran sentimientos personales, muchas veces inevitables, y difíciles de separar cuando en un mismo plano convergen trabajo y familia. Para lo bueno y para lo malo, socios. Pero también, para lo bueno y para lo malo, familia.

La responsabilidad de un protocolo familiar es encontrar un equilibrio entre sacar lo mejor de la familia y amortiguar el efecto potenciador que los lazos de sangre tendrán sobre las controversias futuras dentro del negocio.

Es más que un acuerdo entre accionistas, puesto que, entre otras cuestiones, el protocolo se extenderá a materias hereditarias y patrimoniales por cuanto el activo empresarial será en buena parte el familiar.

Por ello, cuanta mejor avenencia y regularidad exista en los negocios, mejores condiciones para abrir el proceso, aunque cada caso será diferente. Un reflejo de buenas prácticas en el seno de la empresa es abrir el debate sobre la idoneidad o no de implementar el protocolo familiar, con el fin de conseguir, de esa forma, promover la reflexión sobre determinadas cuestiones como pueden ser:

  • Cómo afrontar el relevo generacional y la gestión ordenada del acceso al trabajo en la empresa mediante el establecimiento de los valores que han de imperar y el establecimiento de mecanismos de supervisión, como el Consejo de Familia.
  • Cómo conciliar los intereses económicos y hereditarios entre los familiares que trabajan en el negocio familiar y los que no lo hacen. Por ejemplo, reflexionando sobre la utilidad en la implementación de una política de reparto de dividendo mínimo.
  • Cómo encauzar el deseo de un familiar de salir de la empresa familiar, puesto que, en muchos casos, el patrimonio no será líquido, y podrán surgir dudas sobre cómo valorar los activos y a través de qué proceso llevar a cabo una salida ordenada.
  • Cómo proteger el patrimonio de la empresa y el de sus administradores y a los socios menos favorecidos como los menores de edad o las personas con diferentes capacidades.

En la empresa por el mero hecho de que sus propietarios estén unidos por lazos de sangre no siempre garantiza que se puedan conseguir resultados excepcionales.

Sin embargo, como en todo negocio, se darán mayores opciones de éxito cuando exista transparencia y orden ante las situaciones clave y previsibles en el desarrollo de la empresa familiar a través del protocolo.

Autor: Francisco Picó, abogado, economista y socio de Cuatrecasas, Gonçalves Pereira.