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El crecimiento como objetivo y necesidad

La empresa en general, y la española muy en particular, necesitan tamaño para ser más competitivas y poder consolidar su posición en los sectores en los que operan. Para hacer frente a la propia presión de clientes y competidores.

El crecimiento exige recursos que bien pueden proceder de los flujos de caja excedentarios que genera la propia actividad de la empresa, o bien han de ser aportados como financiación ajena. Tradicionalmente en España, la empresa ha venido acudiendo a la financiación bancaria más tradicional como vía para hacer frente a las necesidades de recursos con los que abordar su crecimiento. En sí mismo ello no ha de representar cuestionamiento alguno, si bien esa financiación no llega a un muy importante número de empresas que por determinadas circunstancias, incluso meramente coyunturales, pueden no cumplir los requisitos que las entidades bancarias les exigen. Bien por una cierta debilidad de sus fondos propios, bien por un alto grado de endeudamiento, bien por la dificultad de disponer, en el corto plazo, de recursos con los que hacer frente al servicio de la deuda.

El Capital Riesgo como instrumento alternativo de financiación

En ese escenario de dificultades de acceso a la financiación, orientada no a la reestructuración del balance de la compañía, sino a la necesidad de hacer frente a la consolidación y el crecimiento de la empresa, surge el Capital Riesgo como alternativa, seguramente más ágil y eficiente.

A España, las Sociedades Gestoras de Entidades de Capital Riesgo, llegaron tarde al panorama de la financiación de la empresa. Si añadimos a ello que el tejido empresarial de nuestro país ha estado, muy mayoritariamente, conformado por pequeña y mediana empresa y, además, de naturaleza familiar, parece razonable entender que las vías tradicionales de financiación hayan sido las propiamente procedentes de las entidades bancarias.

Sin embargo, desde su desembarco, y muy especialmente durante las últimas dos décadas, su protagonismo ha crecido exponencialmente situándose, en pymes, por encima de los mil millones de euros/año en inversión.

¿A qué tipo de empresa se orienta el Capital Riesgo?

Principalmente a empresas, como ya se ha dicho, necesitadas de financiación para su consolidación y crecimiento, es decir, a aquellas con alto potencial de expansión, nacional e internacional. Que cuenten con un reconocido y solvente equipo gestor -es necesario subrayar que el Capital Riesgo no tiene como objetivo interferir en el día a día de la gestión-, o que presentando números razonablemente atractivos, tengan alguna dificultad para acceder a la financiación bancaria tradicional. No es difícil comprender que, generalmente, este último tipo de financiación se estructuraba desde la figura del préstamo convencional con un repago que solía no adaptarse a la capacidad de la empresa de ir generando recursos para atender, desde el primer momento, el gasto financiero y la amortización del principal. Hasta la aparición de los préstamos “Bullet”, en los que la cancelación del préstamo se lleva a cabo al final del plazo de financiación, o los Fondos de Deuda, muy poco conocidos en el ámbito de la empresa familiar española, pero extraordinariamente versátiles en la estructuración de la financiación necesitada, el protagonismo se limitaba a las entidades bancarias con las rigideces características de su forma de intervenir en los mercados de financiación.

El equipo gestor y el Plan de Negocio

Convenido que esta vía alternativa de financiación se orienta hacia empresas con alto potencial de crecimiento y solvente equipo gestor, el Capital Riesgo eventualmente interesado en la participación en el capital de la misma, profundizará, con rigor, en la estructura del “sector”, su composición, características de la oferta y la demanda, su consolidación, márgenes, principales actores, etc. Es también frecuente, que al tiempo de estudiar la “entrada”, el fondo esté analizando la viabilidad de su salida posterior –su estancia en el capital no superará el período de 4/5 años-, y en los términos de rentabilidad esperada que sus partícipes le exigirán.

Los fondos de Capital Riesgo no pretenderán, de inicio, intervenir, y menos interferir, en la gestión del día a día de la empresa. De ahí que sea condición “sine qua non” que la misma cuente con un sólido equipo gestor capaz de cumplir con éxito el Plan de Negocio que haya analizado para valorar el atractivo de la compañía en la que pretende participar. Éste, el Plan de Negocio, es otra de las piezas claves para que el fondo termine decidiendo su entrada en el capital de la empresa. Debe ser creíble, en relación con los antecedentes de la empresa, y sostenible en el tiempo en el que el mismo vaya a ser implementado. Sin un Plan creíble no será fácil la entrada en el capital de un socio financiero.

Muy probablemente, durante el proceso de análisis de su decisión de invertir, el fondo habrá solicitado conocer y entrevistarse con los ejecutivos clave de la compañía y ponderar el grado de compromiso de estos para con la empresa y su disposición ante la entrada de un socio financiero en el capital. Sin equipo, en la mayoría de los casos, no hay operación, excepto que el fondo ya esté presente en el sector y cuente con un equipo que pudiera suplir las carencias de gestión de la compañía en la que valora entrar.

¿Qué aporta el Capital Riesgo a la empresa?

En primer lugar la obtención de la financiación necesaria para consolidar y seguir creciendo. Además, una financiación distinta y más flexible. Menos rígida. Adaptada a la capacidad de la empresa de generación de caja con la que repagar esa misma financiación. No “prestamizada” en el sentido más estrecho del término. Sin necesidad de aportar avales ni garantías reales o personales.

Colaborará, decididamente, a la consolidación de la estructura organizativa de la empresa haciéndola más independiente de la personalidad del empresario fundador. Confiriendo una cierta autonomía de gestión al equipo directivo, pero siempre sometida a las directrices estratégicas del Consejo de Administración.

Aportará credibilidad al proyecto. La entrada de un fondo de Capital Riesgo presupone haber “pasado con nota” el examen al que estas entidades someten a la empresa objetivo. Un tercero, experimentado y riguroso, ha entrado en tu capital al verificar y acreditar tus estándares de gestión y transparencia. Ayudará a crear valor sin intervenir en la gestión. Facilitando una determinada cultura de eficiencia en la administración de los negocios. Una bien entendida filosofía, no incompatible con la tradicional moderación y prudencia de la empresa familiar, de maximización del beneficio. No ha de entenderse como pérdida de autonomía e independencia si no como la incorporación de nuevas formas de gestión complementaria y enriquecedora. Un aliado, nunca un enemigo. Alguien por quién apostar en caso de ausencia de un claro relevo en la dirección de los negocios de la empresa familiar.

Ventajas e inconvenientes

El fondo no nos acompañará indefinidamente. Su financiación tiene fecha de caducidad. Siempre es una fuente alternativa de financiación pero eso, una financiación ajena. A su entrada, desde la máxima del rigor y la transparencia, sabremos, nos lo habrá dejado claro, que su paso por la empresa es efímero. Que nos acompañará durante el período de tiempo que nos permita consolidar y crecer. Pero que transcurridos alrededor de cinco años saldrá y querrá hacerlo, también teniéndolo nosotros claro, acrecentando su inversión y generando las plusvalías que justifican esa suerte de financiación alternativa. Y esta es otra cuestión que se ha de tener muy clara. Es esencial la mayor transparencia posible, deseable y exigible en el origen. En la entrada en nuestro capital.

Nos ofrecerá “recomprar” su participación, si esta no ha sido muy mayoritaria. A los precios del momento de esa salida en el que habrá de concretarse su contribución a la creación de valor a lo largo de la cohabitación en la empresa durante su estancia en el capital de la misma. Pero sin duda, saldrá de ella. Hemos de tenerlo claro, incluso antes de su entrada. Nos ofrecerá la recompra o, alternativamente, al venta de su paquete a un tercero. La salida a Bolsa, si se dieran las circunstancias para ello. Y ante tal tesitura hemos de plantearnos si ¿queremos iniciar de nuevo el camino de compartir capital con un nuevo socio? De no ser así, el fondo nos empujará a la venta conjunta de las participaciones. En ese escenario, el empresario ha de valorar la oportunidad de dar el paso de la mano de un “vendedor” experimentado. Cómplice en la finalidad de la maximización del valor y de la generación de relevantes plusvalías, para ambas partes. Es, quizá el momento más importante de la vida del empresario. El de la oportunidad de materializar y monetizar el esfuerzo empresarial de años de actividad y dedicación a la empresa. El momento de dar relevo y continuidad a la misma sin su implicación personal.

En definitiva, el Capital Riesgo ha nacido para ayudar a la empresa a crecer y crear valor para el empresario. José María Pinedo y de Noriega, Socio Director Auren Corporate.

Fuente: Auren Abogados y Asesores Fiscales

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