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Como gran amante del fútbol y fiel seguidor de nuestra Liga, en especial del actual campeón de Europa, empieza a preocuparme que, por decisiones de algunos de los que se encuentran en el poder, nuestra Liga -considerada por muchos como la mejor del mundo- acabe pareciéndose a la de alguna de nuestros vecinos europeos.

Mi temor se funda en dos principales razones: la primera de ellas, en la modificación del régimen fiscal aplicable a trabajadores desplazados, comúnmente denominado “Ley Beckham”, operada por la reciente reforma fiscal, y, la segunda, respecto a las recientes actuaciones inspectoras iniciadas por la Agencia Tributaria a futbolistas de nuestra Liga, que ponen a examen y regularización la tributación de sus derechos de imagen.

Para ponernos un poco en situación respecto de la indicada “Ley Beckham”, la misma fue aprobada en el año 2005 con la intención por parte del Gobierno de atraer talento a nuestro país, estableciendo un régimen tributario especial para aquellas personas físicas que adquirieran su residencia fiscal en España como consecuencia de su desplazamiento a territorio español, permitiéndoles tributar al tipo fijo del Impuesto sobre la Renta de No Residentes (IRNR), manteniendo su condición de contribuyentes por el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), durante el año de su traslado y los cinco siguientes. Es decir, alguien que debía tributar por el IRPF a un tipo por ejemplo del 42%, acogiéndose a dicho régimen veía reducido su tipo a un 24,75%.

Su aprobación hizo un gran bien a nuestro fútbol y a nuestra Liga, que aunque por aquel entonces ya era de las más grandes del mundo, contribuyó a convertirla en la más grande, ayudando a los clubs de fútbol españoles a fichar a los mejores jugadores del mundo; muchos de ellos conocidos como galácticos, como es el caso del Sr. Beckham.

Pero cuando todo marchaba tan bien -desde un punto de vista futbolístico- llegó el año 2010 y el Gobierno al mando le asestó el primer golpe a dicha norma, estableciendo un límite máximo de renta de 600.000 euros sobre los que podría aplicarse dicho régimen, tributando el resto a escala general.

Aquel primer aviso parece que no tuvo mucho efecto, ya que para deleite de nuestra Liga, los mejores del mundo siguieron viniendo a jugar a España. El mazazo final surge ahora con la aprobación de la mencionada reforma fiscal, mediante la que, a partir del 2015, se ha excluido a los deportistas de élite del ámbito subjetivo de aplicación de este régimen especial.

A esto hay que sumarle las recientes actuaciones inspectoras iniciadas contra los futbolistas de nuestra Liga por la Hacienda española respecto de la tributación de sus derechos de imagen.

Recordemos que,  desde el año 1996, los jugadores pueden percibir el 15% de su remuneración vía derechos de imagen a través de sociedades, tributando dichas cantidades por el Impuesto sobre Sociedades en lugar de por el IRPF, lo que evidencia una tributación efectiva sustancialmente inferior. Después de tantos años, Hacienda ha decidido ponerse a investigar a los futbolistas, “haciendo desaparecer” este vehículo para así imputar todas las rentas del mismo directamente al futbolista, lo que provoca su tributación en sede de IRPF (con tipos marginales que pueden llegar hasta el 45-47%).

A lo ya expuesto, también podría añadirse a la lista, las sanciones impuestas por la FIFA a nuestros clubs de fútbol, la aprobación de Reales Decretos en torno a los derechos televisivos o las recientes huelgas por las que nos vemos afectados los aficionados del fútbol.

Este conjunto de medidas son lo que me ha llevado a temer por el futuro de nuestra Liga y a una posible fuga de talentos sin incentivo alguno de poder atraerlo. Sin embargo, también me mantengo esperanzado en que gracias a la capacidad negociadora de algunos de los presidentes de los clubs de nuestra la Liga, podamos seguir viendo a los mejores en nuestros estadios.

Jaime AparicioAbogado. Departamento de Fiscal.