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El sistema público de pensiones español sufre un fuerte desequilibrio y todo apunta a que el desfase continuará en los próximos años. Si bien es cierto que en años anteriores se han tomado medidas para mejorar la viabilidad del sistema público de pensiones, tales como retrasar la edad legal y efectiva de jubilación, aumentar el número de años necesarios de cotización o desvincular la revalorización de las pensiones al IPC, tampoco debe ignorarse que el tiempo que España compró con la utilización de la “hucha de las pensiones” (el Fondo de Reserva) se agota, y cada vez se hace más patente que el país necesita continuar con las reformas emprendidas en el 2011 y el 2013.

El sistema que venimos manteniendo desde hace años, tal y como lo conocemos, está obsoleto y abocado al fracaso, por lo que requiere de una valiente renovación. Todos los estudios nos dicen que, si seguimos adelante con el sistema anterior a las reformas de los años 2011 y 2013, la situación será difícilmente sostenible y el valor adquisitivo de las futuras generaciones de jubilados, se verá claramente mermado, lo que, sumado al envejecimiento de la población, derivaría en un claro empobrecimiento del país.

Más allá del debate a corto plazo al que estamos acostumbrados, el futuro de las pensiones es una cuestión, que, por afectar a todos, debe ser tratada con la profundidad que merece. Algo que en España se ha venido posponiendo desde los años noventa, cuando empezó a vislumbrarse que el envejecimiento de la población, la baja tasa de natalidad y los problemas estructurales que plantea el empleo en España, amenazaban una de las conquistas más preciadas del estado del bienestar. Sin embargo, si otros países de nuestro entorno han sido capaces de abordar y resolver esta problemática, de existir una verdadera voluntad en España, también podríamos superarla, o cuanto menos, suavizar su impacto para las futuras generaciones.

Incentivos fiscales a productos de previsión social, estímulos a los pilares II y III, plantear la posibilidad de que las futuras generaciones de contribuyentes compaginen el sistema contributivo con el de capitalización y una educación financiera desde los colegios, son algunas medidas que nos encaminarían en la buena senda y en la sostenibilidad del sistema.

Ignacio Ortiz del Río

Socio de Deloitte Legal