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Desde nuestra perspectiva de abogados de familias y clientes privados, constatamos que unos de los principales anhelos de la familia es unir a las generaciones que la integran y transmitir los valores que se asentaron por el fundador. Con el espíritu de preservar la tradición familiar, la llamada “filantropía familiar” reconoce un legado y representa los valores que se transmiten de generación en generación. Al mismo tiempo, en su misión de cohesionar a la familia, la filantropía familiar necesita adaptarse a las inquietudes de las nuevas generaciones y que se definen como socialmente responsables, globales y muy tecnológicas. Por ello, junto a este espíritu de preservar la tradición, la filantropía familiar afronta el futuro con una visión dinámica e innovadora. Los proyectos se reformulan en términos de organización, contenido y profesionalización y la innovación y el impacto marcan la hoja de ruta de la estrategia en filantropía.

Estas fueron algunas de las conclusiones a las que llegamos tras el foro celebrado el 21 de junio en nuestro auditorio de Barcelona, bajo el lema: “Filantropía del siglo XXI: Familia, Futuro y Filantropía”.

Hasta hace unos años, la donación era el ejemplo de la actividad del filántropo. Se entregaban bienes o dinero a una causa social alineada a los valores familiares, pero sin ninguna actuación ni implicación por parte de la entidad o la persona aportante de los fondos.

En la actualidad, percibimos que la visión de la familia está cambiando: tiene voluntad de implicarse, de buscar el efecto que su aportación tiene en la sociedad y demanda resultados e información sobre el impacto social o medioambiental conseguido. Medir y conocer el impacto permite que cualquier desviación de los resultados esperados pueda ser corregida, identificando y adoptando las medidas correctoras adecuadas a cada caso.

Esta nueva forma de enfocar la filantropía se acerca cada vez más al concepto de inversión y requiere que el filántropo actúe como lo haría un inversor de capital riesgo en búsqueda de la inversión óptima para maximizar sus beneficios. La particularidad en estos casos es que junto a la rentabilidad financiera se busca obtener impacto social. Se habla de “filantropía estratégica” o “filantropía empresarial”.

Somos testigos de un cambio de paradigma en el que la filantropía familiar evoluciona hacia nuevas formas de inversión que, por un lado, responden a los valores que identifican a la familia y refuerzan el vínculo entre generaciones, y por otro lado, buscan el máximo beneficio social de sus acciones poniendo los recursos para medirlo y potenciarlo.

En este nuevo escenario, cobra mayor relevancia contar con asesoramiento jurídico para diseñar el proyecto de filantropía que la familia desea impulsar, con una visión integrada de los diferentes ámbitos implicados. Por un lado, será conveniente llegar a acuerdos familiares sobre la transmisión del legado familiar y su plasmación en las actuaciones filantrópicas de la familia, así como contar con documentos personales y testamentarios que ayuden a ordenar dicho proyecto. Por otro lado, requerirá analizar aquellos vehículos jurídicos más adecuados para canalizar la inversión de forma eficiente, así como dar apoyo jurídico y capacitación profesional a las entidades sociales potencialmente receptoras de la inversión filantrópica de la familia.

Autora: Maribel Villaró