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Las administraciones, con su política de simplificar y acercar la burocracia a la ciudadanía, son en gran parte las impulsoras de la firma digitalizada. En nuestra labor como peritos calígrafos es imprescindible ya manejar los estudios que se deben hacer para determinar la autoría de esta nueva fórmula. Nos detenemos a analizarlo.

El auge de la firma digitalizada y de los estudios que sirven para determinar su validez caminan de la mano. Sólo desde la seguridad de que existen técnicas que permiten confirmar la autoría del firmante es posible que su implantación se extienda. De ahí la importancia que para los profesionales del peritaje caligráfico está adquiriendo el dominio de esta variante.

Qué es la firma digitalizada

Conviene empezar definiendo exactamente el concepto de firma digitalizada por el que hay cierta confusión con otros dos términos, el de firma electrónica y el de firma digital. En esta ocasión lo que nos interesa es todo lo que se refiere a la transformación de una firma manuscrita en una imagen.

Efectivamente la firma digitalizada no es más que la foto o escaneado que hacemos de nuestra firma personal y que usamos para validar ciertas operaciones o contratos. Es un mecanismo muy cómodo porque sólo tenemos que hacer el gesto una vez y guardar el archivo en un dispositivos para recuperarla y utilizarla siempre que se necesite.También entra en esta misma definición la que realizamos sobre una pantalla digital directamente.

Cómo confirmar su autoría

Hay que recordar que la firma digitalizada tiene el mismo reconocimiento legal que la manuscrita, lo que convierte el tema de confirmar su autoría en un asunto clave. ¿Por qué? Pues básicamente porque es muy fácil falsificarla o que alguien tenga acceso a nuestra firma digitalizada y la utilice sin nuestro consentimiento.

Para detectar este problema de la identidad del firmante, los peritos calígrafos debemos emplearnos a fondo estudiando ciertos detalles, lo que se conoce como rasgos biométricos: presión, inclinación o velocidad del los trazos, entre otros. Son las denominadas características inherentes a la firma. Para comprobarlas resulta muy útil disponer de una tablet que recoja la firma ológrafa. Los datos recogidos por los peritos se utilizan exclusivamente para el análisis, no se pueden almacenar y mucho menos compartir con nadie, porque se podrían usar fraudulentamente.

El otro foco de estudio imprescindible en una firma digitalizada es el dispositivo que se ha utilizado para crearla y archivarla. Los peritos tenemos que saber la marca, el modelo y el sistema que se ha usado para capturar la imagen. Cuanta más información tecnológica se nos transmita, más posibilidades de detectar si es una falsificación que ha salido de otro aparato ajeno al del autor.

Nadie duda ya de la trascendencia de incorporar la firma digitalizada y los estudios se deben hacer para determinar su autoría al día a día de cualquier gabinete de peritos caligráficos y Documentología. También es esencial para nuestros potenciales clientes saber qué deben exigirnos rigor en este tipo de informes. Sin embargo, es conveniente que todos seamos conscientes de que estas firmas digitalizadas simples, como también se las conoce, son las menos seguras.