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Feliz 2017, mis mejores deseos para todos y permítanme poner el acento en uno de esos deseos concretamente: la regulación inteligente, objetivo de la UE (Better regulation o Smart regulation)

Desde la Unión Europea se viene advirtiendo que un exceso regulatorio es directamente proporcional a una baja productividad económica, que es necesario un cambio decidido para ajustar el marco jurídico a la realidad económica y social del momento.

Es de sobras conocido que el inicio de un año, el inicio de un nuevo curso conlleva la encomiable necesidad de plantearnos mejorar, superarnos. Quién más quién menos se propone dejar de fumar, hacer dieta, hacer deporte, leer más…. A mí me gustaría que entre todas estas magníficas iniciativas todos nos tomáramos más en serio trabajar en aras de conseguir una regulación inteligente.

La Better Regulation o Smart Regulation se define como un marco jurídico de calidad para cumplir con objetivos regulatorios pero que a la vez ofrece incentivos adecuados para la dinamización de la economía. Un marco jurídico que permita simplificar procesos y reducir cargas administrativas. Sus principios se basan en que toda legislación de la Unión Europea debería:

  • Ser más eficaz y eficiente.
  • Ser capaz de demostrar que aporta verdadero valor añadido a lo que pretende regular
  • Provocar el máximo de beneficio al mínimo coste.
  • Respetar los principios de subsidiariedad y proporcionalidad.
  • Lograr un marco jurídico simple, claro, estable y predecible para todos: empresas, trabajadores y ciudadanos.
  • No me negarán que no les propongo un buen deseo.

Permítanme que me quede con el último punto: lo de un marco jurídico simple, claro, estable y predecible me ha robado el corazón. Soy fiscalista y les puedo asegurar que he perdido la cuenta de todas las reformas fiscales habidas en este país desde que terminé mis estudios universitarios allá por 1992, cada partido político que alcanza el poder cambia las leyes a su conveniencia y en ocasiones más de una vez en un año para ajustar presupuestos o para cuadrar cualquier interés electoral que en ese momento se tercie. Esto me lleva a, más que a desear, a pedir a gritos un marco jurídico simple, claro, estable y predecible.

Soy consciente de la complejidad del mundo económico y empresarial, y de que las cosas difícilmente se puedan regular como blancas o negras y que existe una gama de grises entremedio, pero es que a nivel fiscal la regulación de esa escala de grises casi alcanza el infinito: leyes, reglamentos, órdenes, instrucciones, consultas de la Dirección General de Tributos, jurisprudencia… incluso nos encontramos que el modelo del impuesto a presentar telemáticamente legisla a veces más que la propia Ley.

Un caos vaya, en el que los asesores nos movemos para intentar hacerlo inteligible al empresario que al fin y al cabo es el sufridor de toda la marabunta legislativa. Es el que tiene que tomar hoy una decisión que le puede resultar quién sabe cómo en un futuro no muy lejano, pues lo que hoy convenimos en interpretar que es gris claro, resulta que una consulta o una jurisprudencia posterior dicen que es gris marengo, porque ha habido un cambio de criterio… Y ya no es solo eso, es que además como te equivoques de gris existe todo un marco legislativo sancionador encargado de hacerte pagar por ese error de interpretación, que trata al ciudadano más como delincuente que como contribuyente. De entrada, hay sanción, es un mecanismo automático.

Creo que ya va siendo hora de hacer algo al respecto. De la misma manera que hace un tiempo todos teníamos en casa un solo cubo de basura y ahora cada vez hay más gente que separa y recicla sus residuos. Es verdad que se sancionan conductas en este sentido, pero también es cierto que todos somos más conscientes y muchos lo hacen por principio y no por miedo a sanción, Ojalá lleguemos a ser todos conscientes y exijamos a nuestros gobernantes la necesidad de reciclar nuestro marco jurídico para conseguir que tanto los empresarios como los trabajares y ciudadanos destinen su tiempo y sus esfuerzos en ser más productivos y no en interpretar las normas y las consecuencias de no hacerlo bien.

Montse Farrès