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Ayer el Gobierno presento en el Congreso de los Diputados el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia “España Puede”, en una sesión muy bronca. El Plan se corresponde con el borrador presentado en Bruselas en octubre, del que ya hablamos en nuestro post del 19 de enero pasado.

Gracias al plan, que parece que se ha consultado concienzudamente a Bruselas, España accederá al paquete de ayudas europeas Next Generation EU (NGEU), que el Presidente Pedro Sánchez calificó ayer como la oportunidad que sólo se da un par de veces en un siglo y que no se puede dejar pasar.

Hay que puntualizar para quién va a ser esa oportunidad:

Los fondos Next Generation EU (NGEU) exigen que los fondos se destinen a proyectos que pongan el acento en la renovación tecnológica y en la preservación del medio ambiente; concretamente, un mínimo del 37% de las inversiones y reformas deben contribuir a la neutralidad climática europea en 2050, el 10% a biodiversidad y un mínimo del 20% debería apoyar la transición digital. Precisamente, hay un interesante informe editado por una entidad ecológica titulado Guía Next Generation EU: más sombras que luces, que expone las etapas y responde a preguntas frecuentes

Hay voces bastante pesimistas en torno al destino de los fondos (entre ellas, la referida Guía): un sector importante de la izquierda reprocha que los fondos irán a manos de las grandes corporaciones, puesto que los fondos han de favorecer una transformación tecnológica y ecológica, con proyectos como el hidrógeno, los grandes parques eólicos y fotovoltaicos, el 5G y las fábricas de baterías, cometidos en los que, dada la inversión requerida, esta mayormente representada la gran empresa.

Los proyectos previstos tienen el objetivo de destinar los fondos a un doble objetivo: cumplir con los parámetros de la ayuda a recibir, y transformar nuestra economía para alcanzar una mayor industrialización en sectores de futuro, que permita depender menos del sector servicios.

Como ya he expuesto en una anterior ocasión, se prevé que los HORECA y otros negocios turísticos, qué tanto están sufriendo, se vean fácil y prolongadamente superados por la demanda en cuanto esta pandemia se supere; lo importante será aguantar hasta entonces, que no es fácil. Pero no está claro el horizonte por lo que respecta a las PYME, por cuanto hasta ahora el Plan “España puede” no se ha caracterizado por su transparencia. Precisamente la Guía Next Generation a la que he aludido anteriormente hace interesantes propuestas para paliar carencias en ese sentido.

Pero entretanto, el concepto de empresa ‘viable’ que ha desarrollado el Real Decreto-ley 5/2021, de 12 de marzo, de medidas extraordinarias de apoyo a la solvencia empresarial en respuesta a la pandemia de la COVID-19 dejará mucha gente en la cuneta: los fondos son para aquellos que estén sufriendo dificultades por razón de la pandemia, pero no para aquellos que ya estuvieran en dificultades en un momento anterior a la pandemia. Empresas ‘viables’ serían, pues, las que se ven temporalmente afectadas por la caída de la actividad y que pueden estar en una situación de sobreendeudamiento ‘por la crisis sanitaria’, lo cual es una vara muy poco concreta de medir. Un indicativo fundamental provendrá del análisis del balance de 2019, que puede confirmar si la empresa funcionaba correctamente entonces, y habrá que comprobar (en palabras de la Vicepresidenta Nadia Calviño) si dispone de un plan a medio plazo factible y un modelo de negocio idóneo y con proyección de futuro. En conclusión, el parámetro más importante va a ser si la empresa en cuestión va a ser capaz de generar los suficientes beneficios operativos para pagar sus deudas, de modo que las ayudas que reciban no se conviertan en subvenciones a fondo perdido sin impacto en la economía general.

Y ahí tenemos la polémica servida, por cuanto los fondos no están previstos para que el Estado los destine a ayudas sino a los proyectos de altos vuelos que hemos descrito y a los que el Gobierno se ha comprometido, porque en los próximos 5 a 30 años, la Unión Europea deberá devolver el dinero a los mercados financieros y, por lo tanto, deberá haber percibido ese dinero de los Estados.

Haciendo un símil analógico con la película de Luis Garcia Berlanga de 1953 ‘Bienvenido Mr. Marshall”, nuestras empresas que no se ajusten a los parámetros de ‘viabilidad’ requerida buen podrían ser el pueblecito en que se desarrolla tan magnífica película.

Juan Núñez – Abogado