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Nuestra profesión siempre se ha caracterizado por saber adaptarse a las necesidades de nuestros clientes. Normalmente, tratamos de escuchar, revisar la situación, los hechos y pruebas que podamos obtener y ofrecer una respuesta al cliente, orientándole sobre una situación, ayudándole a encontrar una solución o bien, a cumplir con la normativa.

Los abogados, también estamos acostumbrados a investigar, revisar jurisprudencia y estar al día de los cambios normativos que se van produciendo. Es importante que conozcamos cualquier sentencia o normativa que pueda resultar de aplicación a nuestro caso. En definitiva, estar actualizados sobre las cuestiones que nos afectan, normalmente, por nuestra área de especialidad; o bien las vinculadas a ella.

Pero, por lo que se refiere al uso de la tecnología, quizás siempre ha costado más entender su importancia y necesidad. En lugar de adaptarnos, muchas veces, hemos sido reticentes, tal vez, porque no nos habían enseñado nada en la carrera, tal vez porque nos ha parecido algo demasiado complejo.

Si bien siempre han existido abogados más atrevidos o dispuestos a utilizar la tecnología (no solo los que nos dedicamos a la tecnología), todavía existen muchos reparos en utilizar la tecnología de una manera más habitual. Los perfiles más jóvenes parecen más dispuestos a manejarse con el uso de herramientas tecnológicas pero el resto, con los tiempos que corren, a mi parecer, no debe quedarse atrás. Me resulta muy curioso y me encanta encontrar abogados de otras áreas, no solo dedicados al ámbito de la tecnología, la privacidad o la propiedad intelectual, que utilizan las herramientas digitales para opinar, potenciar su identidad digital y reputación online. Creo que es clave en el presente que vivimos.

Lo cierto es que, antes de la aparición del Covid, existían despachos totalmente adaptados al entorno digital, los menos, no obstante. También existían otros, con procesos parcialmente adaptados a dicho entorno y algunos que, básicamente, solo tenían un correo corporativo.

Lo mismo sucedía con la justicia, con procesos lentos y poco digitalizados.

En algunos despachos, aunque pequeños, ya se utilizaban herramientas de uso común y habitual en el día a día, para algunos procesos o sistemas de comunicación con los clientes. Si bien, aquí, habría que ver la validez y seguridad de la información y confidencialidad que dichas herramientas ofrecen. No quiero decir que los despachos grandes lo hagan bien, pero sí suelen tener más recursos para ello.

Y entonces, ¿qué es lo que ha provocado la crisis del Covid en el mundo de los abogados?

Pues ha permitido, como toda crisis, con su lado negativo, pero también su vertiente positiva, como oportunidad y reto a superar, que los sectores que no se atrevían a utilizar la tecnología en su día a día, lo hicieran, forzados, si querían poder seguir trabajando.

Es cierto que, por el camino y debido a esta situación, hay algunos pequeños despachos y otros que se han visto muy afectados y que incluso se han cerrado, eso es lo triste; pero los que todavía quedamos y tenemos la suerte de poder continuar trabajando, debemos apostar por la aplicación de la tecnología, combinada con nuestra práctica, nuestro hacer y nuestro riguroso y personalizado nivel de atención al cliente. Lo uno, no está reñido con lo otro.

Una siempre dice que la tecnología está para ayudarnos, no para fastidiarnos y que la aplicación de la tecnología, con cabeza, bien adaptada, siempre va a permitirnos trabajar mejor, de forma más eficiente y sin, necesariamente, perder la atención personalizada.

Es cierto que ahora hacemos muchas reuniones virtuales, pero también es cierto que, como no nos movemos del sitio, si tele trabajamos, podemos organizar varias reuniones mucho más seguidas, porque nos podemos ahorrar el tiempo de desplazamiento.

¿Y qué herramientas hemos aprendido a utilizar los abogados debido al Covid?

Pues aparte del correo electrónico, algunos, han aprendido a diseñar la estrategia digital y de posicionamiento en Internet, de su despacho, creando una página web que, tal vez, hasta el momento, no tenían; otros, habrán aprendido a utilizar multitud de herramientas para la organización de videollamadas, videoconferencias o clases online.

También hemos aprendido a utilizar herramientas para almacenar información en la nube, conectar sistemas de los despachos en remoto, trabajar en remoto, herramientas para compartir información; plataformas para subir y firmar documentos de manera digital… En definitiva, hemos aprendido a realizar el trabajo a distancia, gracias, precisamente, a la ayuda y aplicación de la tecnología. A no perder el contacto con nuestros clientes, gracias al uso de la tecnología. Y el uso de la tecnología, nos permite comunicarnos, también, de múltiples maneras, similares a las que veníamos realizando en formato tradicional, pero adaptándonos, nuevamente, a ese cambio y adaptabilidad tan característica nuestra… Si antes dabas una charla en el colegio o para clientes, en formato físico, ahora la ofreces en formato online, con herramientas que incluso te permiten comentar o interactuar en directo; si antes organizabas una reunión o presentación con tus clientes en formato físico, ahora tienes herramientas que permiten realizarla sin que nadie tenga que desplazarse; si antes tu cliente tenía que traerte documentos a la oficina o pagarte en la oficina, ahora puedes disponer de herramientas que te permitan subir los documentos, realizar pagos online… Luego, ¿por qué no apostar por facilitar las cosas y avanzar en temas incluso más sofisticados?

¿Qué nos depara el futuro en el mundo de la abogacía en conjunción con la transformación digital?

Nos depara el apostar no solo por herramientas que nos faciliten la realización del trabajo sino también apostar por tecnologías que permitan ir más allá, en el desarrollo de nuestro modelo de negocio. Hay que apostar por adoptar tecnologías que apliquen Big Data, el Blockchain y los Smart contracts, aplicar la inteligencia artificial en algunos procesos, desarrollar aplicaciones que faciliten nuestro trabajo o la atención de nuestros clientes; utilizar las redes sociales e Internet no solo para estar presentes sino dinamizando contenidos, publicando materiales que nos hagan destacar por encima de otros despachos. La abogacía debe continuar siendo disruptiva, atreverse por lo que todavía no está del todo escrito para facilitar las cosas a nuestros clientes, nuestros trabajadores o nuestro despacho. Todo ello, no obstante, cumpliendo con la ley y apostando por el uso y desarrollo de herramientas y tecnologías que cumplan con las normativas, por ejemplo, de seguridad, de privacidad, de protección de contenidos y derechos asociados a lo que queremos ofrecer en el mercado.

La clave, como siempre digo, está en la combinación, la complementación. La tecnología y la experiencia y el buen hacer del abogado, deben saber convivir, apostar por el futuro y diseñar ese futuro acompañados de la mano.