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Neuralink pretende crear una interfaz cerebro-computadora (a partir de un chip implantado en el cerebro) que, en términos generales, consiste en un sistema capaz de leer la actividad cerebral y, a partir de ésta, manipular un aparato electrónico. En el campo de la neurociencia ya hay avances en este aspecto. Así, cabe preguntarnos: ¿qué novedades aporta?

La empresa alega que la novedad radica, por un lado, en el diseño del chip (Link): más pequeño, con más electrodos y con finos hilos flexibles. Además, se pretende que éste detecte en tiempo real más de 1024 canales de información del cerebro y transfiera estos datos de forma inalámbrica; Por otro lado, en la técnica de implantación: la empresa está construyendo un robot que el neurocirujano pueda utilizar para tal fin, logrando mayor precisión, mejor cobertura –los hilos se colocan individualmente- y reducción de posibles riesgos.

Aparte de esto, también está desarrollando una App para móvil que permitiría controlar un dispositivo iOS, el teclado y el ratón directamente con la actividad cerebral.

¿Cuál es la mejor forma de proteger este invento? Existen diversos mecanismos:

Mediante la obtención de patentes: a cambio de la divulgación de la información técnica de la invención, el titular goza de un derecho exclusivo que le permite impedir la explotación comercial por terceros sin su consentimiento. Este derecho es territorial (para el territorio en que se concede) y limitado en el tiempo (suele ser de 20 años a partir de la solicitud).

Para ello, el invento debe cumplir tres requisitos (art. 4 LP): ser nuevo (no puede haberse divulgado antes de la fecha de solicitud); suponer una actividad inventiva (no resulta del estado de la técnica evidente para un experto en la materia) y susceptible de aplicación industrial (puede ser fabricado o utilizado en cualquier industria).

Angélica Suárez