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Es claro, una mala utilización de la tecnología puede ser perjudicial y nos puede acabar pasando factura si no la regulamos. Esto ya está sobre la mesa, no hablamos de ciencia ficción, deben existir leyes que nos protejan de los riesgos asociados a los avances tecnológicos en el campo de la neurociencia.

Así lo advierte, entre otros científicos, el neurobiólogo y director de The BRAIN initiative, Rafael Yuste, quien defiende lo que ya se conoce como neuroderechos, que se pretende sean universales y cuyo objetivo no es otro que el de proteger la integridad y la indemnidad mental. De hecho, Chile, es el país pionero en tramitar una reforma constitucional en este sentido.

Los cinco principales neuroderechos que recoge The NeuroRights Initiative son los siguientes:

  1. Derecho a la identidad personal: es necesario imponer límites a la tecnología y evitar que ésta pueda alterar el sentido del yo puesto que puede existir el riesgo de confusión entre la conciencia de la propia persona (el sentido del yo) con los aportes tecnológicos externos.
  2. Derecho al libre albedrío: las personas debemos poder ser libres de tomar nuestras propias decisiones sin que medie ningún tipo de manipulación proveniente de neurotecnologías externas. Sería interesante preguntarnos aquí ¿cuándo entendemos que tomamos nuestras decisiones libremente y cuándo no?
  3. Derecho a la privacidad mental: una regulación estricta respecto a la protección de los datos obtenidos a través de la medición de la actividad cerebral, así como cualquier tipo de transacción que se puedan hacer con ellos (uso, venta, transferencia comercial) será crucial puesto que se trata de datos muy sensibles.
  4. Derecho a la igualdad de acceso al aumento de la neurocognición: se aboga por una regulación nacional e internacional respecto al desarrollo y aplicación de las neurotecnologías que permiten el aumento cognitivo, debiendo garantizarse un acceso igualitario, basado en el principio de justicia. De no ser así, se incrementaría la desigualdad: los ricos no sólo serán más ricos sino que también tendrán la posibilidad de poseer una capacidad cognitiva superior al resto.
  5. Derecho a la protección contra los sesgos de los algoritmos: a partir del diseño de los algoritmos, se deben imponer medidas para combatir sesgos (raciales, de género, etc.), evitando situaciones discriminatorias.

Angélica Suárez