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Los peritos judiciales y los abogados son en muchas ocasiones –y en otras tantas debieran ser– un binomio, un equipo de trabajo. Los peritos son muchas veces imprescindibles –y generalmente muy aconsejables-, para los abogados cuando se enfrentan a un procedimiento judicial en el que existe uno o varios componentes de carácter técnico.

Naturalmente los jueces pueden solicitar la intervención de un perito judicial, pero además, y afortunadamente, de manera cada vez más frecuente, los abogados se auxilian en peritos de parte, que, bajo la dirección y estrategia letrada, recopilan, analizan, planifican y estructuran su dictamen o informe pericial con un mismo y único objetivo, pero desde la vertiente extrajudicial, en base a su experiencia, conocimiento y titulación específica.

Por más bagaje profesional que tenga un letrado, no es un perito. Lo mismo ocurre a la inversa, pero ¿En qué perito confiamos?

Sirva como recordatorio este acrónimo acuñado por un servidor: BET (Bagaje, Experiencia y Titulación), entendido todo, de la siguiente manera:

Bagaje: El bagaje exigible a un perito judicial, ya no tan solo debe limitarse a su riqueza en conocimientos y experiencias en esas materias que se le van a encargar, la actividad pericial también requiere grandes dosis de conocimientos en derecho, en procedimiento judicial, en comunicación verbal y gestual y, porque no decirlo, en la picardía y la habilidad que solamente dan los años de profesión, el haber errado muchas veces y la capacidad para corregir y mejorar en cada trabajo realizado.

Experiencia: Entendemos la experiencia de un perito, como el conjunto de conocimientos adquiridos en alguna o en varias actividades profesionales, técnicas o científicas, pero, cuidado. Existe una tendencia en muchos despachos periciales a lo que se conoce como “hacer de todo”. Quien intenta “hacer de todo” generalmente no está versado en nada. Hoy en día, argumentar un dictamen es relativamente sencillo por la gran cantidad de fuentes de consulta que tenemos a nuestro alcance, pero claro está, luego hay que “defender” nuestro dictamen ante otros, que quizás auxiliados de otros peritos, pueden dejar fácilmente en evidencia a ese “querer hacerlo todo”.

Titulación: Ser un excelente profesional con una titulación en consonancia no siempre es garantía de haber seleccionado al mejor. Podría poner muchos ejemplos de ello. Por poner alguno, un Policía experto en investigación de homicidios, que por cualquier motivo, empiece a ejercer como perito de parte. Éste, quizás no cuento con una titulación universitaria, pero será incuestionable su bagaje y su experiencia. En un sentido opuesto, un perito con un Grado en Criminología y dos Máster acordes, sin haber estado en un grupo de homicidios en la Policía, tendrá una excelsa titulación, pero desgraciadamente, nula experiencia y ningún bagaje.

Como clientes potenciales, ya sean abogados o particulares, sin duda alguna, la recomendación es BET (Bagaje, Experiencia y Titulación), lo cual, nos lleva a otra importante cuestión: ¿Cuánto cobra un perito?

Para argumentar este punto, empezaré con dos frases recurrentes de nuestro rico idioma: “Lo barato sale caro”; “Lo caro no siempre es lo mejor”.

Poner un precio a una actividad pericial no es tarea menor. En una sociedad de libre mercado donde cada cual puede fijar sus honorarios en el importe que le plazca, desde luego no ayuda en nada a quien quiere contratar estos servicios.

Hablo de mi experiencia como perito en criminalística forense, donde he trabajado casos en los que había diversos elementos como balísticos, hematológicos, lofoscópicos, fotográficos, etc. El punto de partida sería calcular el tiempo necesario para desempeñar nuestra labor, que vendrá dado por el volumen de folios que tengamos que revisar. A ese tiempo estimado (que frecuentemente erramos en nuestro detrimento) se le fija un precio-hora de trabajo. Otras ocasiones hacen que tengamos que fijar unos honorarios razonables por un trabajo que sabemos de antemano será extenso, y por tanto, aplicando esa fórmula de precio-hora resultaría desmesurado. Otros casos, son todo lo contrario, se reducen a dos o tres horas de trabajo, que con la misma fórmula, resultarían prácticamente el precio de un menú en cualquier restaurante. En suma, desde 475 a 3.500 euros son los honorarios que razonada y ponderadamente, en función del caso, se han fijado en DUQUE & WITTMAACK por el ejercicio de sus funciones.

En cualquier caso, la norma que establecimos desde el inicio de nuestra actividad pericial-empresarial es, en primer lugar, hacer una valoración preliminar –que no económica-, es decir, ponderar las garantías de poder hacer el trabajo con éxito que se solicita por parte del cliente; en segundo lugar, emitir un presupuesto de honorarios que en caso de ser aceptado, el cliente abona el 60% de la base imponible. Finalizado el dictamen, Visado y firmado, se liquida el 40% restante y el IVA, remitiendo el documento al solicitante. Así venimos trabajando en DUQUE & WITTMAACK, S.L. desde nuestros inicios: BET (Bagaje, Experiencia y Titulación), además de unos honorarios razonados y ajustados.

Fuente: Duque & Wittmaack

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