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Tanto los expertos como los profanos en la materia, saben que la disciplina de propiedad industrial, tanto en el concepto marca como en el de las invenciones, el tiempo juega un papel decisivo, cuando nos encontramos ante titularidades de derechos.

Efectivamente, desde el punto y hora en que la propiedad industrial persigue derechos de exclusividad otorgando títulos que podrán ser ejercitados frente a terceros, nos topamos con que el Dios Chronos es quien tiene la última y la primera palabra.

Se han dado casos incluso de reconocimientos de derechos prioritarios por meros segundos, cuando en reuniones de trabajo de varias empresas, ha salido a colación un nombre que ha gustado a todos, y a los asistentes les ha faltado tiempo para llamar a sus profesionales expertos en marcas, para que sobre la marcha y telemáticamente procedieran a la solicitud.

No es éste el más común de los casos, ya que por nuestra experiencia hemos dado con un supuesto mucho más ordinario, cual es el del distribuidor o la competencia, que conscientes del deseo exportador de su cliente o de un tercero, proceden a solicitar el registro previo, de tal manera que el legítimo titular se ve, o bien obligado a pleitear –podrá ganar pero tras una importante inversión económica-, o bien a pasar por los precios que le dicte el distribuidor o, bien a cambiar su marca.

Y no pensemos que esto sólo le ocurre a las medianas empresas, sino igualmente a los monstruos empresariales. Traemos a colación el curioso caso de BURGER KING en Australia.

Pues sí, cuando los dueños de la franquicia vieron la oportunidad de negocio en el país más relevante del continente oceánico, toparon con un restaurante previamente inscrito como marca BURGER KING. Comoquiera que además parecía muy complejo probar la mala fe en el depósito del titular del restaurante australiano, la enseña americana ofreció al dueño de las franquicias en el país, Jack Cowin, que sirviéndose del logotipo característico de la franquicia, así como su gama cromática y su tipología o fuente de letras, optara entre varios nombres propuestos, siendo finalmente elegido “HUNGRY JACk’S” (Juan el hambriento). Se puede decir que a este Jack le tocó la lotería, puesto que en un país importante y por mor del destino, vio su nombre encumbrado aprovechando el prestigio innegable de una de las 25 marcas más relevantes del mundo.

Eso sí, no sabemos cómo acabó el titular de la marca BURGER KING en Australia, pero dudamos mucho que no se beneficiara también.

Lo cierto y verdad es que no nos equivocamos cuando en derecho marcario decimos: ¡¡¡quien llega primero, ríe mejor¡¡¡¡


Cristina Jiménez Díaz