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Halloween, black friday, compliance, whistleblower… Son conceptos norteamericanos que han ido arraigando paulatinamente en Europa. Nada impide que la figura de la recompensa por ayudar a descubrir una infracción, tan habitualmente utilizada en EEUU, se extienda también a ámbitos en los tradicionalmente no se había aceptado.

Constantemente se publican noticias de recompensas millonarias que la SEC ha pagado a un whistleblower.

En Europa el artículo 32.4 del Reglamento de Abuso de Mercado establece que los Estados miembros podrán prever, de acuerdo con la normativa nacional aplicable, la concesión de incentivos económicos a las personas que ofrezcan información relevante sobre posibles infracciones de dicho Reglamento. El artículo 32.2.b también exige la protección adecuada de las personas que trabajen en virtud de un contrato de trabajo que comuniquen infracciones, frente a represalias, discriminación u otros tipos de trato injusto.

Como anticipo de las recompensas, los programas de clemencia están arraigando también en Europa. Mientras la recompensa y la protección frente a represalias van dirigidan principalmente al confidente interno, los programas de clemencia se orientan más a informadores externos, habitualmente competidores implicados en la misma infracción.

En España es conocido el programa de clemencia de la CNMC dirigido a descubrir acuerdos contrarios a la libre competencia.

Tanto los programas de clemencia como las recompensas generan una amenaza evidente para las empresas infractoras, ya que en ambos casos el confidente surge del círculo de confianza al que me refería en el ARGUMENTO 01.

Por ello, la mejor estrategia que puede seguir una empresa es asegurar que todos los niveles de su estructura están concienciados de que el cumplimiento es el único camino en relación a la ley que asegura la sostenibilidad del negocio. Cada vez va a ser más difícil sobrevivir en el mercado si el negocio se asienta en los lodos del incumplimiento, ya que cualquier persona a la que consideramos de confianza y cualquier competidor puede convertirse en el artífice de una crisis de reputación que pondrá en riesgo la continuidad del negocio. La metodología en la que se basa el compliance va dirigida a organizar y acreditar el esfuerzo de la empresa para evitar la infracción.