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Una de las líneas que permiten mirar la evolución de las conquistas sociales en el siglo XX ha sido la conquista por la mujer de las distintas parcelas sociales, de las que estaba excluida, desde las relativas a la actividad política, como fue el derecho al voto, o en el plano laboral con la generalización del trabajo de la mujer como fenómeno social.

Al afrontar el tema del trabajo de la mujer, lo podemos hacer desde diversas facetas. Por mi parte, en primer lugar y en cuanto al acceso al trabajo, no cabe duda de que la mujer ha venido conquistando espacios entre otras cosas, porque en nuestras aulas educativas y, especialmente en nuestras universidades, cada día es mayor su presencia, incluidas las carreras técnicas que hace unos años se veían menos ocupadas por la mujer.

Sin embargo, aún sigue apareciendo su trabajo en muchas actividades del sector servicios, que parecen reservadas por conveniencias sociales para ella, cuando eso no es objetivamente lógico, y además nos encontramos que en muchos casos las mujeres no son retribuidas con igual salario a igual trabajo, directamente o inventando categorías profesionales ‘femeninas’; todo un fraude en la mayor parte de los casos.

Además luego detectamos poca presencia de la mujer en los puestos directivos de las empresas, y a veces se alega por parte de algunos empresarios que no tienen la misma disponibilidad que los hombres, pero eso en la vida real no es cierto porque la mujer suele dar todo lo que se precisa cuando ocupa dichos puestos. Y no digamos nada de la falta de presencia femenina en los consejos de administración.

El tema es el papel femenino en la familia, el que parece estemos obligados a aceptar, sin razones, y que en la mayor parte de las ocasiones se justifica por razones retributivas. Por ello, es tan importante retribuir adecuadamente el trabajo de la mujer, sin consentir los fraudes y trampas en su retribución.

Además, el legislador debe apoyar la conciliación del trabajo y la vida familiar. En Luxemburgo, por ejemplo, existe un permiso de 18 meses por maternidad o paternidad percibiendo la totalidad del sueldo, prorrogable hasta cuatro años sin retribución, y por todo hijo desde que nace hasta que cumple 18 años se perciben 250 euros al mes. Es necesaria una política de apoyo a la familia, pensando además que en estas políticas de apoyo encontramos la única vía de solución de los graves problemas de supervivencia del propio Estado del Bienestar. Ayudas a la enseñanza infantil, o desgravar los tickets guardería tanto para la empresa como para el trabajador, y ayudas a la dependencia, y no precisamente con copagos.

En conclusión, debemos apoyar el trabajo de la mujer, un trabajo además cada día de mayor y mejor calidad, y toda la sociedad debe ser consciente de que es necesario apoyarlo desde todas las instituciones, públicas y privadas, y desde toda la sociedad, y no sólo un día del año, sino todo el tiempo.

Por Vicente Sampedro Guillamón