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¿Qué habilidades se requerirán en un futuro en que la inteligencia artificial penetrará cada vez en más áreas de la actividad humana?

Nuestra experiencia cotidiana con recomendadores que no aciertan ni una o chatbots que son capaces de desquiciar al más paciente de los consumidores, puede hacernos dudar sobre lo que, en ocasiones muy pomposamente, nos anuncian como inteligencia artificial.

Actualmente, muchas aplicaciones que se engloban bajo el epígrafe de Inteligencia artificial, se basan en algoritmos creados por un equipo de programadores que ofrecen soluciones toscas, poco precisas y que reproducen, eso sí de una manera sistemática, esquemas y sesgos muy humanos. Es decir, se trata de una inteligencia artificial que tiene poco de inteligente y de artificial.
Sin embargo, es evidente que el avance en las tecnologías ligadas con el aprendizaje automático, combinadas con otras tecnologías de adquisición de información gracias a la visión artificial o al procesamiento del lenguaje natural, van a cambiar muy rápidamente nuestro futuro en general y, en concreto, el futuro del mercado laboral y del rol de las personas en las organizaciones.

La experiencia vivida en la industria, con la sustitución generalizada de los trabajos mecánicos y repetitivos por robots, nos puede llevar a pensar que la inteligencia artificial afectará los puestos de trabajo de menor coste y formación, pero respetará aquellos que requieren una alta formación y que están mejor retribuidos.

Consideramos que, por ejemplo, un cirujano o un ingeniero cuyas habilidades han requerido de muchos años de estudio y de trabajo aplicado, quedarán a salvo de la próxima oleada de cambios que las tecnologías de la información provocarán en el mercado laboral.

Sin embargo, es posible que el camarero mileurista no tenga tantos motivos de preocupación porque pueda ser sustituido por una máquina como el radiólogo especializado en detección de tumores o el ingeniero especializado en mantenimiento, que reciben sueldos muy superiores y que han requerido una alta y cara formación para poder desarrollar su trabajo.

Al fin y al cabo, desplazarse raudo entre las mesas, oír al vuelo las peticiones de los clientes (o hacer como que no las oye), y servir con cierta empatía los pedidos que se acumulan, no parece que sean habilidades fáciles de reproducir por una máquina.
Si hasta ahora la formación en conocimientos técnicos especializados (hard skills) tenían un protagonismo muy elevado en el valor que aportaba una persona a la organización, la irrupción de la inteligencia artificial en cada vez más ámbitos de la actividad humana llevará a la necesidad de equilibrar esto con la adquisición y potenciación de las denominadas soft skills.

Existen diferentes definiciones de lo cabe entender por soft skills pero en general todas ellas incluyen aspectos que tienen que ver con nuestra capacidad de afrontar y resolver los problemas en equipo, comunicándonos efectivamente, adaptándonos dinámicamente a los cambios y generando un reconocimiento mutuo que gratifica y genera una motivación intrínseca en las personas.

Curiosamente son habilidades muy parecidas a las que describen los historiadores como Yuval Noah Harari en los primeros grupos humanos de cazadores recolectores previos a la revolución neolítica.

Son estas capacidades más humanas, difíciles de describir y relacionadas con las habilidades sociales, de comunicación, de empatía e inteligencia emocional, las que cobrarán una importancia central en un escenario futuro en que será necesario contrapesar la potencia aportada por la inteligencia artificial para poner la tecnología al servicio de las personas, y no las personas al servicio de la tecnología.

En este sentido, los liderazgos serán ejercicios por personas que equilibran un grado necesario de conocimientos técnicos con soft skills que le permitan mantener una actitud positiva y no sentirse sobrepasados en un entorno cada vez más frágil, incierto y complejo, así como aplicar un pensamiento crítico y moral que conserve la perspectiva de lo que es correcto o deseable y que pueda moderar el deseo de conseguir un objetivo a toda costa.

Joan Jiménez