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Los grandes olvidados por el Gobierno, sean o no militantes de un partido político, entre ellos, el Partido Popular.

Me hago eco de la noticia, como todo el mundo: “Carlos Carromero, ciudadano español, condenado en Cuba a cuatro años por homicidio imprudente”. Sigo leyendo: “El gobierno español hará todo lo posible para que cumpla la condena en España. Existe Convenio bilateral con Cuba desde 1998 y se cumplen los requisitos para que sea trasladado. Todos los esfuerzos del Gobierno se van a centrar en que se produzca a la mayor brevedad posible”.

No es objeto del presente escrito entrar en los hechos, la calificación del fiscal, los medios de prueba, el juicio y la Sentencia condenatoria. Si no se está de acuerdo con la Sentencia por no encontrarla ajustada a derecho cabe interponer Recurso. Se comenta en las noticias que la opción del Recurso es una vía a descartar para agilizar los trámites del traslado a España.

Si no me fallan los datos España tiene suscritos con 23 países Convenios Bilaterales sobre Ejecución de Sentencias Penales para que se proceda al traslado a España de los presos españoles condenados en el extranjero. Más o menos los procedimientos y requisitos para su concesión son similares entre ellos. Por explicarlo de forma muy simple: Se ha de hacer una solicitud, la han de aprobar ambos gobiernos, el preso ha de prestar su consentimiento y se han de cumplir unas condiciones de aplicabilidad. Normalmente éstas condiciones son: 1. Que los actos que han dado lugar a la Sentencia sean punibles en el Estado Receptor. 2. Que el penado sea nacional del Estado Receptor. 3. Que la pena por cumplirse sea superior a un plazo determinado. 4. Que la Sentencia sea firme y que no existan otros procesos pendientes en el Estado Trasladante, pudiendo existir otros requisitos particulares según el Convenio Bilateral.

Es por todos sabidos, sobre todo, por los penados y sus familias que lo sufren directamente y por el Gobierno español también, por su constancia a través de los Consulados, que la situación de las cárceles fuera de nuestra Comunidad Europea en según que países es aterradora. Por explicarlo también de forma muy simple existe un hacinamiento brutal, violencia en todas sus formas, perpetración de delitos que quedan impunes y nadie investiga, violación de derechos humanos, extorsión, corrupción y muerte. Estas son las notas más características del escenario en el que se encuentra por ejemplo un preso español en una cárcel de país extranjero que no ha causado ninguna víctima, condenado igual por ser adicto a las drogas y haber sucumbido en el tráfico en su escala más ínfima.

En países como Venezuela el escenario de peligrosidad en prisiones es uno de los más altos a nivel mundial. Allí el tema se centra simplemente en sobrevivir, seguir con vida cada día que se está en prisión.

La mayoría de los presos españoles que están en cárceles de Venezuela y cumplen todos los requisitos, hablo por poner un ejemplo que conozco, tienen solicitado el traslado a España para el cumplimiento de sus penas. España tiene Convenio Bilateral con Venezuela firmado en Caracas el 17 de octubre de 1994 (BOE 276/1995, de 18 de noviembre de 1995). El Gobierno español que ahora se erige para ayudar a Carlos Carromero tarda más de dos años en tramitar el traslado y una vez aprobado deja a los presos a su suerte pues no fleta un avión con la custodia policial precisa por “falta de presupuesto”. Algunas solicitudes ya aprobadas llevan más de un año en espera de ser realmente trasladados.

Invito a cada familiar de preso español en el extranjero que esté padeciendo la desesperación de su familiar preso ante la falta de agilidad en la tramitación, concesión y efectiva ejecución del traslado a España por el Gobierno Español, que escriba una carta a cualquier diario con copia al Ministro de Exteriores o de Justicia expresando qué TODOS LOS PRESOS EN EL EXTRANJERO SON CARLOS CARROMERO y, solicitando que nos expliquen en base a qué prebenda, privilegio o fuero, Carlos Carromero merece especial atención e interés que el resto de ciudadanos españoles.

Cristina Ogazón