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El debate surgió en el Foro Económico Mundial (https://www.weforum.org) de este año, cuando se trajo a colación que, según diferentes estudios, los robots (la inteligencia artificial) acabarían con unos cinco millones de empleos en los quince países más industrializados del mundo. ¿Es como dice la afamada canción de REM el final del mundo tal y como lo conocemos? Quizá no, pero tampoco nos referimos a un ámbito de la ciencia-ficción, ya que la previsión se cifra desde aquí al próximo año 2020.

El impacto de esta tendencia, nuevamente a resultas de las evaluaciones efectuadas, se acusará más en las economías emergentes (Asia y América Latina), reduciendo la ventaja competitiva que, en coste de mano de obra comparativa, venían disfrutando estas regiones.

Según el análisis efectuado por los expertos, el primero núcleo de actuación será el de los trabajos manuales y repetitivos (tales como trabajos administrativos de escaso valor añadido, logística o transporte), pero el avance de las máquinas inteligentes no se frenará ahí, alcanzando profesiones de mayor calado técnico (no en vano, el Premio Nobel de Química de 2016 elucubra sobre la posibilidad de que, en el futuro, se puedan inyectar nano-robots en pacientes que harán las veces de un cirujano: http://elpais.com/elpais/2016/11/02/ciencia/1478089561_253807.html).

Como todo no pueden ser malas noticias, el desarrollo y perfeccionamiento de los robots requerirán de la creación de casi un millón de nuevos trabajos, especializados en asuntos de tecnología punta, diseño digital y similares.

En el Foro Económico Mundial, ABB, una empresa helvético-sueca, presentó a YuMi, un robot provisto de dos brazos y sensores que garantiza un trato seguro e inteligente con los humanos (http://new.abb.com/products/robotics/es/robots-industriales/yumi) ¿La antesala de su sustitución?

Lo cierto es que diversos sectores ya han manifestado la necesidad de que la regulación laboral no sea ajena a esta realidad. De este modo, el secretario general del Sindicato Global UNI, Patrick Jennings, señaló que la influencia de la inteligencia artificial cambiaría el mundo: http://www.uniglobalunion.org/news/jennings-bbc-artificial-intelligence-will-change-employment-landscape.

La propuesta ha calado en el banco social y alguna central sindical ya ha formulado la necesidad de que las máquinas coticen a la Seguridad Social o que, en su defecto, reparen económicamente el recorte del empleo que su inserción en el mercado laboral supone en los niveles de empleo.

Una propuesta, ésta de la eventual satisfacción económica de un canon por la inclusión de robots en las empresas, que ya está siendo analizada en el Parlamento Europeo, como bien se puede apreciar en el contenido del Proyecto de Informe con recomendaciones destinadas a la Comisión sobre normas de Derecho Civil sobre robótica: http://www.europarl.europa.eu/sides/getDoc.do?pubRef=-//EP//NONSGML%2BCOMPARL%2BPE-582.443%2B01%2BDOC%2BPDF%2BV0//ES

Un panorama, desde luego, apasionante y que dibuja importantes interrogantes para los que el legislador ha de arbitrar medidas igual de innovadoras que los robots que, de momento, parecen amenazar la continuidad de determinados empleos tal y como los conocemos.

Ángel Olmedo Jiménez