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En contraposición a lo que se venía haciendo tradicionalmente en la industria musical, y como consecuencia del auge de las nuevas tecnologías y las nuevas formas de consumo de los usuarios, los artistas musicales han tenido que reinventarse y buscar formas en las que la explotación de sus obras resulte más rentable.

Es el caso de algunos artistas reconocidos que han decidido vender los derechos de autor de sus canciones a fondos de inversión.

Así, por ejemplo, entre otros grandes artistas: Bob Dylan vendió los derechos de todo el catálogo de sus canciones a Universal Music Group; Neil Young vendió el 50% de los derechos de autor de su catálogo a Hipgnosis Songs Fund Limited, empresa a la que recientemente, Shakira, también vendió el 100% de los derechos de publicación de 145 de sus temas.

¿Qué ha generado este suceso?

Con el transcurso del tiempo, las nuevas tecnologías han dado paso a nueva realidad. En la industria musical, por ejemplo, hemos pasado de escuchar música a través de Cassettes, discos de vinilo, CDs o la radio a poder escucharla a través de internet mediante plataformas como YouTube o Spotify.

Estas plataformas nos permiten elegir qué queremos escuchar y cuándo, además, hacerlo desde cualquier sitio -siempre que tengamos acceso a internet- mediante smartphones u ordenadores, aparatos prácticamente esenciales y necesarios hoy en día.

Por otro lado, debido a la situación actual ocasionada por el COVID-19, los artistas se han visto imposibilitados para realizar conciertos y otros eventos mediante los cuales obtenían parte de sus ingresos, ocasionando, en consecuencia, un aumento significativo del uso de las mencionadas plataformas.

¿Qué ganan los artistas con ello?

Se puede pensar que las plataformas de streaming, al generar flujos de dinero constante -a través de las suscripciones de los usuarios y por medio de publicidad-, repercuten para los artistas grandes beneficios económicos. Sin embargo, lo cierto es que esto no siempre es así.

Hace falta obtener un gran número de reproducciones para obtener beneficios sustanciosos. Así, por ejemplo, según señala Digital Surfers, en Spotify se ganan 0,0032€ por reproducción y en YouTube 0,0014€, de esta manera, para ganar 1€ en estas plataformas, será necesario llegar a 312,5 y 714,28 reproducciones, respectivamente. Lo que no siempre es tarea fácil.

Además, en el caso de que el artista haya suscrito un contrato con una discográfica, debe repartir parte de estos beneficios con ésta que dependerá del acuerdo al que hayan llegado las partes pero que en España, en todo caso, no podrán superar el 50% (art. 116. 2 LPI). También, deberán hacer frente, en su caso, a otros gastos si concurren otros intermediarios como los editores musicales, encargados de la explotación y gestión de la obra (art. 58, 64 y 71 LPI).

Así pues, algunos artistas, en búsqueda de una mayor rentabilidad y estabilidad financiera, han optado por vender sus derechos y obtener de inmediato una única suma de dinero en vez de esperar a obtener frutos por estos medios.

Así las cosas ¿todos los músicos venderán los derechos de sus canciones?

Atendiendo al hecho de que los fondos de inversión optan por comprar catálogos de canciones que a su juicio son predecibles y rentables, no todos los músicos cumplirían con este requisito, toda vez que, sólo entrarían en este grupo las canciones de los artistas que a su criterio tengan un cierto valor y reconocimiento entre el público o consumidores y, de las cuales, por ende, se puedan obtener beneficios.

Angélica Suárez

Graduada en Derecho con mención especial en Derecho empresarial, Máster de Abogacía y especialización en Derecho Tecnológico y Propiedad Intelectual