El autónomo societario es una figura jurídica cada vez más utilizada por los emprendedores en España. Sin embargo, antes de optar por esta modalidad, es importante conocer sus ventajas y desventajas en comparación con otras formas jurídicas como el autónomo individual o la sociedad limitada. En este artículo, analizaremos en profundidad este régimen, prestando especial atención a aspectos fiscales, legales y laborales, para ayudar a empresarios y profesionales a tomar la mejor decisión.
Un autónomo societario es aquel trabajador por cuenta propia que, además de ejercer una actividad económica, es socio de una sociedad mercantil, generalmente una Sociedad Limitada (SL). En términos legales, se diferencia del autónomo individual en que, al formar parte de una empresa con personalidad jurídica propia, tiene obligaciones fiscales y laborales distintas.
Esta figura es frecuente en empresas familiares, pymes y startups donde uno o varios socios desempeñan funciones de dirección y gestión.
A diferencia del autónomo individual, cuya responsabilidad es ilimitada y afecta su patrimonio personal, el autónomo societario goza de responsabilidad limitada al capital aportado a la sociedad. Esto significa que, en caso de deudas o problemas financieros, no responderá con su patrimonio personal, sino únicamente con los bienes y fondos de la sociedad. Esta característica resulta especialmente atractiva para emprendedores que buscan proteger su economía personal ante posibles riesgos.
Las sociedades mercantiles, como la Sociedad Limitada, proyectan una imagen de mayor solidez y estabilidad en el mercado. Esto puede facilitar la obtención de financiación, mejorar la relación con proveedores y atraer clientes de mayor envergadura, que suelen preferir trabajar con empresas formalmente constituidas antes que con autónomos individuales.
Dependiendo del volumen de ingresos, el autónomo societario puede beneficiarse de un tipo impositivo más favorable sobre el beneficio generado que deja en la en el Impuesto de Sociedades, en comparación con el IRPF al que están sujetos los autónomos individuales.
Muchas ayudas y subvenciones para empresas están dirigidas específicamente a sociedades mercantiles, lo que puede suponer una ventaja competitiva en comparación con el trabajador autónomo tradicional.
Una Sociedad Limitada permite la entrada de nuevos socios e inversores con facilidad, lo que facilita la expansión del negocio. Además, en caso de cese del fundador o de cambios en la gestión, la empresa puede seguir operando sin necesidad de disolver, algo que no ocurre con los autónomos individuales.
Uno de los principales inconvenientes es la obligación de pagar una cuota de autónomo societario algo más alta que la de un autónomo convencional, en lo que respecta a la cuota mínima. En comparación con los autónomos individuales, la base de cotización mínima del autónomo societario es de 1.000 euros, mientras que la de los no societarios es de 950,98 euros. En cualquier caso, la base de cotización final dependerá de los ingresos reales, siempre respetando esos mínimos establecidos.
Frente a la simplicidad del autónomo individual, el autónomo societario debe cumplir con más trámites administrativos, tanto en la constitución de la empresa como en su gestión diaria. Es obligatorio presentar cuentas anuales en el Registro Mercantil, mantener una contabilidad formal y cumplir con diversas obligaciones fiscales, lo que puede requerir la contratación de asesoría especializada.
A diferencia del autónomo individual, que tributa directamente a través del IRPF, el autónomo societario enfrenta un sistema de tributación en dos fases, lo que no significa pagar impuestos dos veces:
Esto no implica necesariamente una mayor carga fiscal global, pero sí conlleva una mayor complejidad administrativa y burocrática en comparación con un autónomo individual.
Mientras que un autónomo individual sólo necesita darse de alta en Hacienda y la Seguridad Social, el autónomo societario debe asumir gastos iniciales como la escritura de constitución, inscripción en el Registro Mercantil y honorarios de gestoría para la contabilidad y presentación de impuestos.
Característica | Autónomo Individual | Autónomo Societario | Sociedad Limitada |
Responsabilidad | Ilimitada | Limitada al capital | Limitada al capital |
Cuota mínima de autónomo | Desde 200€ | Desde 310€ | No aplica |
Impuestos | IRPF (según ingresos) | IRPF | Impuesto de Sociedades |
Gestión y burocracia | Sencilla | Compleja | Compleja |
Acceso a financiación | Limitado | Mayor acceso | Mayor acceso |
Optar por el régimen de autónomo societario puede ser una buena elección en los siguientes casos:
Por otro lado, si el negocio es pequeño y tiene pocos ingresos al inicio, puede ser más conveniente operar como autónomo individual para reducir costes administrativos y fiscales.
En GRUPO JDA, comprendemos que elegir entre ser autónomo individual, autónomo societario o constituir una sociedad es una decisión clave con implicaciones fiscales y legales. Nuestro equipo de especialistas puede ayudarte a evaluar cuál es la opción más beneficiosa en función de tu actividad, ingresos y objetivos empresariales.
Si decides operar como autónomo societario, la planificación fiscal será un factor clave para minimizar cargas impositivas y cumplir con las obligaciones tributarias. En GRUPO JDA, ofrecemos un servicio especializado en:
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Además, si quieres profundizar en los aspectos legales clave para autónomos societarios, no te pierdas nuestro artículo de opinión: Autónomo Societario: Aspectos legales clave, donde analizamos en detalle las implicaciones normativas y las obligaciones legales de este régimen.