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La emisión de Dinero Digital Soberano Programable nos podría ayudar a superar los efectos negativos que está provocando la COVID en la economía.

Resulta difícil establecer, con precisión, el momento en el que se produjo históricamente la monetización de la sociedad, si bien parece que hacia el año 2.200 a.C. ya se realizaban pagos utilizando algún tipo de dinero. Este dinero estaba concebido como dinero-mercancía de tal forma que tenía un valor intrínseco (ganado, semillas, … y más tarde oro, plata…) que facilitaba los intercambios de bienes y servicios.

A mediados del siglo XVIII se generalizó el uso del dinero emitido con el soporte de alguna mercancía (dinero fiduciario), consistente en elementos representativos del bien utilizado como subyacente (certificados de oro). Estos certificados carecían de valor intrínseco, aunque estaban respaldados por la mercancía correspondiente, y podían intercambiarse por una cantidad fija de la mercancía subyacente, añadiendo la ventaja de su portabilidad y la de la capacidad de enviar y transferir grandes sumas de dinero de un lugar a otro. El sistema mundial se basó en el dinero fiduciario hasta 1971, momento en el que Estados Unidos decidió abandonar los acuerdos de Bretton Woods de 1944 y el dólar, divisa de referencia internacional, dejó de ser convertible en oro.

Desde el abandono del patrón oro, las economías se basan en el llamado “dinero fiat”, en el que, si bien tiene múltiples similitudes con el dinero fiduciario, el portador no tiene derecho al reembolso de ninguna mercancía. De esta manera el “dinero fiat” se configura como cualquier dinero de curso legal designado como tal y emitido por una autoridad central, sin más respaldo que la confianza que se tenga en esta autoridad central.

Los Bancos Centrales han sido, durante muchos años, los proveedores de liquidez monetaria al sistema financiero. El dinero cumple una triple función, a saber:

  • Medio de intercambio: el dinero se utiliza como instrumento de cambio en el comercio, para evitar así los inconvenientes del sistema tradicional del trueque.
  • Unidad de Cuenta: el dinero opera como unidad numérica estándar para medir el valor y el coste de los bienes, servicios, derechos de crédito y deudas.
  • Depósito de Valor: el dinero mantiene un cierto valor (no necesariamente invariable) a lo largo del tiempo, por lo que puede ser guardado (o atesorado) para ser utilizado para su tenedor en un momento futuro.

El dinero es una institución social que se moldea a las necesidades de la sociedad en cada momento y que se ha ido adaptando a los tiempos. Así desde que se minó el block génesis de Bitcoin el 3 de enero de 2009, un nuevo paradigma ha surgido en la evolución del dinero en su configuración y funcionalidad, hasta tal punto que los Estados han visto amenazada su capacidad de emisión ante las propuestas disruptivas de grandes corporaciones para utilizar un medio de pago propio utilizando una cesta de diversas divisas para conseguir una estabilización de su valor (Ej: Libra). Este pulso al emisor ha impulsado la conceptualización por parte de todos los Estados soberanos de un nuevo dinero, el Dinero Digital Soberano Programable o Central Bank Digital Currency, que cumple su función de servir a los objetivos de política monetaria y de estabilidad financiera sin dejar de coexistir y complementar a las actuales formas de dinero y de promover la innovación y eficiencia en los procesos y costes del mercado de capitales. China ya la ha lanzado en una fase de pruebas. Europa y muchos otros Estados ya están trabajando en ello, y no tardaremos mucho en verlo y aceptarlo como un medio de pago, unidad de cuenta y depósito de valor en nuestras vidas cotidianas.

El Dinero Digital Soberano Programable es una forma digital del dinero emitido por el Banco Central diferente del balance tradicional de anotación en cuenta como reserva, que debe cumplir una serie de requisitos: convertibilidad a la par, fácil de usar, socialmente aceptado y disponible, incluso en transacciones offline, de bajo coste o sin coste para los usuarios, resistente a los ciberataques, de anotación instantánea, resistente a fallos operacionales y disrupciones de servicio, disponible 24/7/365, que permita gran volumen de operaciones por segundo, potencialmente escalable a grandes volúmenes, interoperable entre sistemas, y lo suficiente flexible y adaptable al cambio.

Si el uso del CBDC se expande, los depósitos bancarios en instituciones financieras van a descender, con lo que van a limitar su capacidad de crédito y solvencia. De hecho, cambiarán de comportamiento hacia una actitud más conservadora a la hora de prestar dinero puesto que la información de sus clientes se convertiría en obsoleta en poco tiempo y podrían perjudicar sus métodos de valoración del rating de clientes, comprometiendo su solvencia crediticia. Si el CBDC se emite directamente sin la intermediación de las instituciones financieras, estas perderían la capacidad de creación de dinero vía concesión de préstamos, se deterioraría considerablemente la rentabilidad de sus accionistas.

Si se conecta el CBDC directamente entre el Banco Central y los ciudadanos, las reservas del Banco central van a descender y los depósitos bancarios digitales van a aumentar, con lo que además de aumentar la velocidad de circulación del dinero van a acelerar la transición de la economía post-pandemia COVID a una rápida recuperación en V en lugar de una segregación de la población en K.

La política monetaria expansionista conocida como “Quantitative Easing” utilizada en la crisis del 2008, al no alcanzar en profundidad al sector privado, lo cual es reprobable, no compensó el aumento de deuda exacerbado que alcanzó. Tenemos una segunda oportunidad que no debemos desaprovechar: el uso de la tecnología Blockchain asociado a las políticas monetarias y de estabilidad financiera. Blockchain permite la trazabilidad, la transparencia, la marca de tiempo, la descentralización, la distribución y la ejecución en tiempo real de transacciones a través de los smart contracts que pueden suponer un cambio de paradigma para la gestión de la deuda pública y la gestión de recursos de los Estados.

Si el intercambio de CBDC entre bancos se permite, si se permiten los préstamos a corto plazo entre ellos, el mercado residencial y el consumo van a aumentar considerablemente y podremos revertir la crisis biológica en la que estamos inmersos.

El Estado tiene el deber de gestionar los recursos públicos de una forma transparente y veraz. Conseguir un efecto de “helicopter money” (una cantidad de dinero mensual para todos) a muy corto plazo bien valen los esfuerzos y sacrificios que estamos haciendo y que tendremos que hacer en un futuro para devolver la deuda que hemos contraído. Merece la pena intentarlo y revertir efectos perniciosos de la pandemia provocada por el COVID-19. Tenemos que actuar de inmediato.

Este mes hemos comprado otro billete de tren y no podemos cogerlo porque no ha llegado. Ya está tardando demasiado. ¡A ver si lo hemos perdido!

Xavier Gasia