Desde la adopción de la Ley Orgánica 3/2021, de 24 de marzo, de regulación de la eutanasia, España se ha convertido en el cuarto país de Europa en legalizar la eutanasia y en el sexto a nivel mundial. La ley entró en vigor muy recientemente, el 25 de junio de 2021. Por ello, es interesante hacer una comparación de la situación en los diferentes países de Europa. Especialmente con uno de nuestros vecinos más cercanos, Francia.
Uno de los primeros casos famosos de suicidio asistido en España fue el de Ramón Sampedro en los años 90. Tetrapléjico desde 1969, hizo público su deseo de que le ayudaran a morir. En 1998, como no consiguió permiso legal para este suicidio asistido, pidió la colaboración de once personas para que cada una de ellas hiciera una parte del proceso que le llevaría a quitarse la vida y protegerlas así de ser procesadas.
En Francia, a principios de los años 2000, fue el caso de Vincent Humbert el que alertó a la opinión pública sobre la cuestión de la eutanasia. Se trataba de un joven bombero de 19 años que se quedó tetrapléjico, ciego y mudo después de un accidente. En 2002 escribió, con la ayuda de su madre, una carta al Presidente Jacques Chirac reclamando su derecho a morir, sin éxito. El 24 de septiembre de 2003, Marie Humbert, su madre, accedió a ayudarlo a morir administrándole pentobarbital de sodio y, posteriormente, el doctor Chaussoy, decidió suspender todas las medidas de reanimación e inyectar cloruro de potasio para acelerar la muerte del paciente. El juez de instrucción decidió cerrar el proceso debido al contexto particular y a las presiones familiares y mediáticas ejercidas.
Ambos casos dieron lugar a una evolución legislativa con la creación, en España, de la Ley 41/2002, de Autonomía del Paciente, que permitió rechazar individualmente un tratamiento sin exigir ninguna justificación para ello, legalizando así la eutanasia pasiva. En Francia, la Ley Leonetti, de 2005, permite la interrupción de la asistencia sanitaria en casos muy concretos. Pero no se trata de una autorización para la eutanasia pasiva en todos los casos (como sí ocurre en España), sino que el paciente debe estar en fase terminal y la decisión debe ser tomada de manera colegiada por los médicos, en discusión con la familia.
Otros asuntos mediáticos son los de los médicos que practican la eutanasia. Entre ellos la del anestesista Luis Miguel en 2005 y la del doctor Nicolas Bonnemaison en 2011. Luis Miguel fue acusado de 73 « sedaciones realizadas incorrectamente », pero, en 2008, los tribunales cerraron el juicio. En Francia, el doctor Bonnemaison estaba acusado de haber practicado la eutanasia con siete pacientes y ha sido condenado en apelación a una pena de dos años de prisión con suspensión condicional y a la prohibición definitiva de ejercer la medicina. El caso fue un pretexto para revisar la Ley Leonetti, convertida en la Ley Leonetti Claeys, que impone límites al médico en el tratamiento de los pacientes al final de su vida y mantiene la prohibición de la eutanasia.
Uno de los casos más recientes en materia de eutanasia en España es el de Ángel Hernández, quien ayudó a morir a su esposa María José Carrasco con esclerosis múltiple desde hace 30 años. Decidió grabar su acción con el fin de hacer pública su lucha en favor de la adopción de una ley que autoriza la eutanasia en España. Procesado primero ante un Juzgado de Violencia contra la mujer, la Fiscalía finalmente retiró su acusación contra Hernández. El Ministerio Público ha presentado en el juzgado un escrito en aplicación retroactiva de la modificación del Código Penal introducida por la ley de eutanasia.
En Francia, el debate sobre la eutanasia ha vuelto a la actualidad a través del caso de Alain Cocq. Afectado por una enfermedad huérfana extremadamente rara, decidió dejar de cuidar, alimentar y de filmar su agonía en directo en la plataforma de Facebook tras la negativa de Emmanuel Macron a crear una nueva ley sobre la eutanasia. Alain Cocq finalmente renunció debido al sufrimiento físico y a la censura de Facebook. Falleció el martes 15 de junio de 2021 en Suiza, donde la legislación le permitió recurrir al suicidio asistido. Dejó una carta abierta al Presidente de la República en la que criticaba «la falta de coraje del gobierno» sobre las cuestiones relativas a la eutanasia.
Una propuesta de ley «Destinada a afirmar la libre elección del fin de vida y a garantizar un acceso universal a los cuidados paliativos en Francia» fue examinada en abril de 2021 por la Asamblea Nacional, pero el proyecto no tuvo éxito debido a las múltiples enmiendas impuestas por los diputados. Por el momento, Emmanuel Macron ha afirmado que quiere concentrarse en la crisis sanitaria, por lo que no debería establecerse ningún otro proyecto de ley sobre la eutanasia antes de que finalice su mandato en 2022.
En Europa podemos destacar tres categorías:
La Unión Europea no ha armonizado la legislación de los países miembros sobre la cuestión de la eutanasia, ya que es cuestión delicada, que debe quedar a la apreciación de los países miembros, en particular debido a las grandes diferencias legislativas y culturales observadas.
Por parte del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, la sentencia Pretty en 2002 suscitó un debate sobre la existencia de un «derecho a una muerte digna». La demandante, Diane Pretty, ciudadana del Reino Unido, padecía una enfermedad neurodegenerativa incurable y pedía autorización para que su compañero le ayudara a morir sin ser enjuiciado posteriormente.
El Tribunal concluyó que el derecho a la vida garantizado por el artículo 2 del Convenio Europeo de Derechos Humanos no puede interpretarse como un derecho a «morir». El Tribunal también llegó a la conclusión de que no se había violado el artículo 3, relativo a la prohibición de los tratos inhumanos o degradantes, ya que autorizar la petición de la demandante equivaldría a obligar al Estado a avalar actos encaminados a interrumpir la vida, obligación que no puede deducirse de ese artículo.
Posteriormente, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha conservado esta jurisprudencia y deja a los Estados miembros la facultad de elegir si autorizan o no la eutanasia sin injerencias.
Cécile MATON