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En el actual contexto, obtener financiación puede ser clave para muchas ‘startups’, tanto para cubrir necesidades de tesorería como para poder implementar nuevos proyectos de crecimiento. Por ello, resulta esencial identificar ayudas públicas o privadas que están a disposición de los emprendedores. En este caso, analizamos las ayudas públicas que pueden encontrar en Portugal.

La situación de pandemia internacional que vivimos, ocasionada por el brote de COVID-19, ha tenido, y previsiblemente continuará teniendo, un impacto negativo muy significativo en la economía y en el tejido empresarial nacional, cuya duración es todavía incierta.

Las startups portuguesas no han sido inmunes a la situación excepcional que vivimos, sufriendo muchas de ellas caídas en las ventas y proyectos previstos, que, en algunos casos, han originado ya su cierre permanente.

Sin embargo, la actual pandemia presenta también oportunidades. Efectivamente, se ha acelerado y generalizado la transformación digital que ya se vislumbraba en algunos sectores, lo que se ha traducido en un incremento del volumen de negocio de algunas startups y en la aparición de oportunidades de crecimiento a corto plazo (y que deberán ser aprovechadas todavía, previsiblemente, en el contexto de la pandemia vivida).

Así, y aunque por motivos diferentes, muchas startups comparten la necesidad de obtención de capital de forma inmediata, con el fin de asegurar, en el primer caso, necesidades de tesorería y, en el segundo, el capital necesario para la implementación de sus proyectos de crecimiento.

En este contexto, parece esencial la identificación y distinción entre dos tipos de ayudas de las que las startups podrán valerse: las ayudas privadas y las públicas.

En el ámbito privado, destacan las ayudas procedentes del venture capital, caracterizado por rondas de inversión apoyadas por fondos de inversión, y la inversión realizada por business angels, ambas ya conocidas por muchas de las startups portuguesas e impulsoras por excelencia del ecosistema.

Las ayudas públicas son variadas, ya que las startups podrán no solo recurrir a las ayudas concedidas por el Estado a la generalidad de las empresas portuguesas (o a la generalidad de las empresas de los sectores específicos en que operen), sino también recurrir a ayudas dirigidas únicamente a startups.

Enfocaremos nuestro análisis en estas últimas, así como en ayudas que son acumulativamente públicas y privadas.

Como se ha divulgado ampliamente, el Gobierno portugués presentó en abril del presente año varias medidas destinadas a ayudar al ecosistema de las startups y a mitigar las consecuencias de la pandemia en estas, incluyendo las siguientes:

  1. El lanzamiento de la ayuda financiera ‘StartupRH Covid19’ (incentivo equivalente a un salario mínimo por colaborador, hasta un máximo de 10 colaboradores por startup);
  2. La prórroga del ‘Startup Voucher’ (beneficio de 2.075 euros por puesto de trabajo de emprendedor);
  3. El lanzamiento del ‘Vale Incubação – COVID19’ (ayuda mediante la contratación de servicios de incubación con base en un incentivo de 1.500 euros no reembolsables);
  4. El lanzamiento del ’Mezzanine’ funding for Startups (anunciado como una ayuda que consiste en la realización por los inversores de aportaciones convertibles en capital social 12 meses después de su desembolso); y
  5. El lanzamiento de call de Portugal Ventures para inversiones en startups (con tickets a partir de 50.000 euros).

A estas se suman dos ya en vigor, el Fondo 200M y el Fondo coinversión para la innovación social, ambos adaptados al actual contexto y que se caracterizan por suponer la coinversión en startups por el Estado y por inversores privados.

No obstante, cabe señalar que la concesión de cualquiera de estas ayudas públicas depende del cumplimiento de distintos requisitos. Efectivamente, algunas de ellas solo se pueden conceder a startups fundadas hace menos de 5 años (caso de las ayudas ‘StartupRH Covid19’ y ‘Vale Incubação – COVID19’). Otras exigen que la startup todavía no haya recibido inversión de otros operadores de capital riesgo (caso del ’Mezzanine’ funding for Startups).

Hay que añadir que tales ayudas únicamente pueden solicitarse durante periodos específicos, lo que exige el seguimiento de los distintos fórums en los que se hace pública información acerca de los periodos de candidatura a ayudas (a citar, por ejemplo, el caso del ’Mezzanine’ funding for Startups, cuyo periodo de candidaturas ya ha finalizado).

Cabe concluir, por tanto, que el recurso a las ayudas –fuentes de capitalización– existentes, ya sean públicas o privadas, no se puede hacer sin un análisis previo de las necesidades de la empresa y la adecuación de cada una de las alternativas existentes a tales necesidades, lo que necesariamente debe hacerse caso a caso y con una antelación que permita a las empresas cumplir los plazos de candidatura relevantes.

En particular, las empresas deberán atender no solo a la necesidad a corto plazo que pretenden satisfacer, sino también ponderar los efectos a corto y medio plazo de las ayudas que seleccionen (ponderando, por ejemplo, cómo afectará cada una de las ayudas potencialmente adecuada a sus necesidades al activo y pasivo de la empresa, la estructura de su capital social y su capacidad de actuación en el futuro).

Es recomendable, por consiguiente, que las startups elaboren una short list de las ayudas que consideren adecuadas, elaborando una relación de los aspectos positivos y negativos de cada una de ellas, los respectivos requisitos y plazos (a transcurrir o anticipados).

Una vez seleccionado el conjunto de ayudas más adecuado, las startups deberán, en una primera fase, verificar, entre los requisitos identificados en la short list antes mencionada, los que la empresa ya cumple, así como los plazos y costes asociados al cumplimiento de los restantes y, en una segunda fase, implementar todas las acciones necesarias para el efectivo y oportuno cumplimiento de estos últimos.

Tomás Pessanha y Rute Silva Gomes, Garrigues Portugal