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La Cámara de Adjudicación del Comité de Control Financiero de Clubes de la UEFA (CFCB) notificó el pasado viernes al Manchester City, tras la audiencia celebrada el 22 de enero de 2020, su decisión de sancionar al club inglés por la comisión de graves infracciones del Reglamento de Licencias de Clubes y del Juego Limpio Financiero (“Fair Play Financiero”).

En concreto, la sanción que el CFCB impone consiste en una multa por importe de 30 millones de euros y, lo que resulta más llamativo y relevante, la exclusión del Manchester City de las competiciones europeas durante las temporadas 2020/21 y 2021/22.

En el caso del Manchester City, la infracción cometida por los citizens habría sido la de exagerar sus ingresos por patrocinio en sus cuentas y en la información de punto de equilibrio presentado a la UEFA entre 2012 y 2016, sin que efectivamente los ingresos procedieran de patrocinadores reales, de forma que no estaba en desequilibrio al cumplir de forma ficticia con los parámetros de la UEFA.

A pesar de la trascendencia mediática de la sanción al Manchester City, no es la primera vez que la UEFA impone una sanción por incumplimiento del Fair Play Financiero. Tal y como tratamos en entradas anteriores del blog, tradicionalmente las sanciones han sido de índole económica como, por ejemplo, la multa de 60 millones de euros en 2014 al PSG y al propio Manchester City, que vino acompañada de la limitación de inscripción de nuevos jugadores en competiciones UEFA (aunque esta sanción finalmente fue levantada tras llegar a un acuerdo de estabilización).

También existen antecedentes de sanciones consistentes en la exclusión de competiciones UEFA, como por ejemplo la del Málaga, Panathinaikos o incluso más recientemente, este mismo verano, la del AC Milán, que no ha podido participar en la UEFA Europa League en la presente temporada.

La norma del Fair Play Financiero ha sido endurecida desde su aprobación por el Comité Ejecutivo de la UEFA en el año 2010 e implica que los clubes que estén clasificados para competiciones europeas (a día de hoy, UEFA Champions League y UEFA Europa League) no pueden incurrir en gastos que superen en más de 100 millones de euros al importe de sus ingresos, realizando la UEFA un control inmediato ante operaciones que generen un desequilibrio que supere esta cantidad y pudiendo exigir garantías a los clubes para garantizar el cumplimiento de la norma. Además, esos clubes no pueden tener deudas con sus jugadores, con otros clubes o con las correspondientes autoridades tributarias a 30 de junio y a 30 de septiembre de cada año.

Con carácter adicional, con la aprobación por UEFA del nuevo Reglamento del Fair Play Financiero, en el año 2018, se exigen medidas más estrictas como, por ejemplo: (i) el control de la deuda de los clubes -ya que el anterior Fair Play Financiero únicamente controlaba el déficit de éstos- o (ii) la obligación para los clubes de publicar en sus páginas web sus presupuestos o balances.

Por tanto, aunque la sanción al Manchester City no es un caso novedoso, se trata de una muestra más de la intolerancia por parte de la UEFA frente a aquellas conductas que infringen el Fair Play Financiero.

Por último, cabe recordar que pese a la aparente dureza con la que viene actuando la UEFA en las últimas temporadas, por el momento no ha impuesto en ningún caso la sanción más grave prevista en la normativa del Fair Play Financiero: la retirada de un título o premio económico. Habrá que ver si, de continuar cometiéndose este tipo de infracción, la UEFA da el salto al siguiente y máximo nivel.

Contra la decisión del CFCB cabe recurso ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) y, en su caso, ante los tribunales ordinarios de justicia. Y como es lógico, el club británico ya ha emitido un comunicado en el que señala que recurrirá ante el tribunal suizo y donde se muestra “decepcionado, pero no sorprendido” de haber sido sancionado en un caso iniciado, procesado y juzgado por la UEFA.

Miguel Ángel Orozco