Las Tecnologías de la Información y Comunicación han avanzado a un ritmo trepidante en los últimos años. Cada vez está más extendido el uso de estas tecnologías en la vida cotidiana de los ciudadanos, desde las redes sociales, hasta la gestión de nuestras cuentas corrientes a través de la banca on-line. Lo mismo ocurre en el sector empresarial, donde la mayoría de transacciones son realizadas por computadoras. También en la administración vemos como cada vez es más habitual realizar la mayoría de trámites a través de los portales on-line, o remitir las comunicaciones de forma telemática.
Siendo conscientes de la implantación que tiene la tecnología en todos los ámbitos, no es de extrañar que el empleo de términos como delincuencia informática, cibercriminalidad, delitos informáticos, etc., se haya extendido en nuestra sociedad actual. Ha sido precisamente el nacimiento y la rápida difusión de las redes informáticas, lo que ha propiciado que la cibercriminalidad sea uno de los ámbitos delictivos con más rápido crecimiento en España.
Según los datos publicados por el Ministerio de Interior, la cifra de casos denunciados de ciberdelincuencia en los últimos años ha incrementado de forma exponencial:
Las anteriores cifras derivan de los supuestos en que, para su comisión, haya intervenido de alguna forma un servicio informático.
Las peculiares características de estos delitos los hace difíciles de perseguir:
Según la memoria de la fiscalía, de los casos denunciados en 2016 (60.000) únicamente han presentado escrito de acusación en alrededor de 200, es decir, solo el 3%.
Podemos destacar distintos tipos de ciberataques:
También se contemplan delitos tradicionales, pero que cada vez es más habitual que intervengan nuevas tecnologías, debiendo destacar la estafa; el ya conocido “phishing”, donde el atacante, a través de un engaño (vía electrónica, telefónica etc…) pretende copiar nuestras credenciales secretas de acceso a los portales de entidades bancarias y financieras, o las de cualquier otro tipo de plataformas habituales de compra, para lucrarse evidentemente a costa de la víctima.
Lo mismo ocurre con los delitos de amenazas, injurias y calumnias, donde el uso de las redes sociales o servicios de comunicación instantánea son los más frecuentes.
Prevención: ¿Cómo debemos protegernos?
Además de la tarea -necesaria y exigible- que tiene el legislador acerca de normativizar según la realidad del momento actual, tenemos el deber de tomar las precauciones oportunas tanto en nuestra vida personal como profesional, e implementar una serie de medidas de seguridad y políticas de buen cumplimiento (desde el prisma corporativo) para poder prevenir, minimizar y evitar cualquier riesgo referente a la ciberdelincuencia: debemos cerrar la puerta con llave de nuestros sistemas informáticos.
Algunas de las recomendaciones a seguir para estar prevenidos ante este tipo de ataques son:
¿Qué hacer en caso de ser víctima de un delito informático?
La variedad de este tipo de crímenes es tan amplia que muchas veces es difícil saber cómo actuar cuando se es víctima de uno de ellos. En el momento en que alguien sufre un delito informático, recomendamos acudir a un profesional experto para proceder a interponer la correspondiente denuncia ante la autoridad competente de forma adecuada.
Lluís Valls
Abogado JDA/SFAI