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Entre dos de las aplicaciones (“App”) más populares para conocer gente, Tinder y Bumble, no sólo no ha habido “match” sino que, entre ellas, se ha iniciado una guerra legal.

Tinder es una App que consiste en visualizar las fotos de los contactos que la propia aplicación selecciona para ti y arrastrarlas hacia la derecha cuando alguien te gusta y hacia la izquierda en caso negativo. Por su parte, Bumble, es una App creada posteriormente por ex empleados de Tinder, con el mismo objetivo y cuya utilización ya está en auge en Estados Unidos de América. La diferencia más conocida entra las dos es que en el caso de Bumble, sólo la mujer puede iniciar la conversación una vez que los dos usuarios han hecho “match”.

Así las cosas, Match Group, propietario de Tinder, ha demandado a Bumble por violación de patentes, marcas y por vulneración de secreto comercial por parte de sus ex empleados.

En concreto, considera que Bumble ha infringido su patente de diseño ornamental. A diferencia de la legislación europea, la concesión de protección a los diseños en los Estados Unidos, se articula a través de patente. Tinder considera que la forma en que retrata las fotos de perfil de los contactos, de forma apilada una encima de la otra, es visualmente muy similar a la manera en que lo hace la App de Bumble. Asimismo, considera que Bumble infringe su patente del proceso de emparejamiento, esto es, la forma en que la aplicación empareja a los usuarios deslizando la foto hacia la derecha o hacia la izquierda.

En cuanto a las marcas, se acusa a Bumble de violación de marcas registradas y asociadas a Tinder, cuando usa palabras como “deslizar hacia la derecha”, “deslizar hacia la izquierda”.

Los contrargumentos de Bumble son, principalmente, las intenciones de Tinder de desvalorizar a la aplicación al haberse convertido esta en su mayor rival y competidor en el mercado de las citas. Sin perjuicio de cuestionar, además, su patente de diseño y el carácter genérico de sus marcas.

Estaremos atentos al desarrollo del caso y les mantendremos informados sobre qué deciden los jueces estadounidenses sobre las infracciones relatadas.

Cristina Clos