Desde luego, personalmente, desconfío bastante de los Peritos Calígrafos que presumen de ser, además, “Peritos Grafólogos especializados en la selección de personal”, y ello porque, por más que se pretenda lo contrario, tal disciplina, tal como, fundada y razonadamente, se va exponer a continuación, carece de rigor científico alguno que la avale.
Que se me entienda bien, pues no quiero malentendidos de “ofendiditos”, es cierto, claro está, que, como una y otra disciplinas son distintas y tienen cada una un objeto de estudio claramente diferenciado, se puede ser un Perito Calígrafo competente a pesar de caer en el craso error de considerar la grafología como un método científico de selección de personal, y, efectivamente, yo he conocido algunos casos, aunque, desde luego, escasos, que dan testimonio de que ello, no obstante ser muy difícil, es posible.
Mas, de cualquier manera, no es menos cierto que, después de muchos años de experiencia, he podido comprobar que, por desgracia, en bastantes ocasiones, el poco rigor científico de la segunda de tales disciplinas, la grafológica aplicada al ámbito laboral, termina viciando, con su mala influencia, a los que la practican cuando, por otra parte, actúan como Peritos Calígrafos, investigando si una determinada firma o escritura fue, realmente, efectuada por la persona a la que, inicialmente, se le atribuye. Ya se sabe que, como dice el viejo refrán castellano, “todo se pega menos la hermosura”.
Uno de los pioneros en la tristísima historia de la grafología aplicada a la selección de personal fue el grafólogo suizo de origen alemán Karl Ernst Krafft, el cual fue designado “consultor psicológico” de la cadena suiza de grandes almacenes “Globus”, que todavía existe, y en la que este “curioso” individuo se dedicó a seleccionar a labores de selección de personal y de formación de equipos de trabajo con la aplicación de la grafología de la personalidad. Esta actividad venía “reforzada” por el “estudio” de los horóscopos de los aspirantes a laborar en dicha empresa.
Para hacernos una idea de la “fiabilidad científica” de este sujeto baste con decir que, una vez ya iniciada la II Guerra Mundial, fue encargado por Joseph Goebells, a la sazón Ministro para la Instrucción Pública y Propaganda del Tercer Reich, para realizar traducción, del latín al alemán, y análisis interpretativo de las cuartetas de Nostradamus a favor de Hitler, mistificación ésta que realizó con bastante éxito y que se materializó en una edición reducida de trescientos ejemplares destinada a reforzar la moral de victoria de los altos jerarcas del III Reich.
Ya estos antecedentes adelantaban el carácter acientífico de la grafología aplicada a la selección de personal, algo que posteriores y numerosos estudios científicos se ha encargado de confirmar de una manera objetivamente irrefutable.
Entre estos estudios, resulta, a mi juicio, el más ilustrativo el efectuado, por el equipo de investigadores israelíes de la Universidad Hebrea de Jerusalén formado por los investigadores Gershon Ben-Shakhar, Maya Bar-Hillel, Yoram Bilu, Edor Ben-Abba, y Anat Plug, y publicado, en su edición de noviembre de 1986 (págs. 645 a 653), en la prestigiosa revista “Journal of Applied Psychology”, dedicada a estudios sobre psicología aplicada, bajo el título de “Can Graphology Predict Occupational Success? Two Empirical Studies and Some Methodological Ruminations”, que se puede traducir al español como “¿Puede la grafología predecir el éxito laboral? Dos estudios empíricos y algunas cavilaciones metodológicas” (tanto este recién expresado texto entrecomillado como, también, los siguientes son traducciones del original en inglés que han sido implementadas por la autora que suscribe el presente artículo).
En tan prestigioso y fundado estudio científico, se comprueba científicamente, de manera rotunda e inequívoca, que “ninguno de los grafólogos que participaron en el Experimento 2 fue capaz de predecir la profesión de un escritor a partir de una escritura estándar a mano en un grado significativo” – pág. 651 – (el subrayado y el destacado en negrita, tanto de este párrafo como del siguiente, son de la suscribiente).
Al final de este magnífico estudio científico, que constituye todo un referente acerca de la cuestión expuesta en este artículo, se termina con la conclusión, de que “por tanto, las predicciones grafológicas parecen jugar un papel similar al que juegan los placebos en la medicina: no es completamente ineficaz, pero por razones distintas a las que hacen que lo real sea efectivo” – págs. 652 y 653 -.
Y es que, ya desde el inicio, resultó, cuanto menos, abiertamente “sospechosa” la actitud tan poco colaborativa, por no decir frontalmente obstativa, de los grafólogos a los que se les solicitó participar en los ensayos científicos universitarios efectuados, por los autores del antedicho trabajo de investigación, para evaluar la efectividad de su disciplina, mostrando, así, una manera de reaccionar que se asemeja bastante a la que suelen mostrar los videntes, los astrólogos, los echadores de cartas y demás adivinos varios.
No en vano, tal y como se expone en el expresado estudio de investigación universitaria, la mayoría de los grafólogos se negó, en redondo, a colaborar con sus autores, pues, del total de diecisiete grafólogos a los que se invitó a participar en las pruebas de este estudio, sólo cinco de ellos accedieron a ello:
“En este estudio participaron cinco grafólogos israelíes, al menos tres de ellos de ellos son bastante famosos (han escrito libros populares o han aparecido en programas de medios de comunicación populares en los que se muestran sus habilidades). A más de otros doce grafólogos se les pidió que participaran. Algunos se negaron de inmediato, pero otros sólo se retiraron después de empezar a trabajar en la tarea o de ver los materiales” – pág. 649 -.
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Fdo. Delfina Antonella Gould.
Perito Calígrafa e Ingeniera electrónica.