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Vías para mejorar la situación financiera de la empresa

Es importante conocer las diferencias entre estas cuatro herramientas para así saber cuál se ajusta mejor a las necesidades de la compañía y aportar más ventajas

Factoring, leasing, renting y confirming son cuatro herramientas que pueden ayudar a la situación financiera de una empresa. No todas sirven para todo el mundo, por lo que conviene conocer muy bien cuál es la situación interna de la empresa para saber elegir adecuadamente. En cualquier caso, aportan ventajas como agilizar la gestión interna, liberar recursos para destinarlos a otras áreas o mejorar la relación con clientes y proveedores.

Además, factoring, confirming, leasing y renting pueden parecer figuras parecidas, pero tienen notables diferencias que conviene conocer para elegir la que más conviene a nuestra empresa.

Factoring: es una herramienta que permite la financiación de las facturas a cobrar. Al contratar un producto de este tipo, la empresa obtiene servicios de cobertura contra la insolvencia de los clientes (tanto nacionales como extranjeros). Es en especial útil cuando se realizan numerosas ventas a crédito o cuando se tienen necesidades de liquidez puntuales que no se pueden cubrir de manera ordinaria por el retraso del pago de facturas.

Además de estas garantías frente a posibles insolvencias, al contratar un servicio de factoring, la empresa recibe servicios adicionales como la administración y clasificación de la cartera de clientes, la gestión del cobro de las facturas, financiación del circunlante a través de los mencionados anticipos.

En definitiva, es una vía especialmente útil para las pymes o autónomos que no puedan tener una línea de crédito convencional ya que se pasa a tener un “único cliente” que paga al contado. A un nivel más operativo, se simplifican procedimientos internos contables y esos esfuerzos se pueden enfocar en otras áreas de negocio. Como inconvenientes, destacan que suele ser un producto caro de contratar y algunas actividades pueden quedar excluidas del factoring como aquellas relacionadas con productos perecederos.

Confirming: es una vía para mejorar la gestión de los pagos de una empresa a sus proveedores. Es un servicio que realizan entidades financieras y consiste en ofrecer la posibilidad de cobrar las facturas antes de su fecha de vencimiento. A la compañía que lo contrata le permite aplazar el pago de deudas mientras que sus proveedores podrán recibir los ingresos que les pertocan antes.

La entidad financiera ofrece estos servicios con unas condiciones determinadas pactadas previamente con el cliente que implican el cobro de un interés y de comisiones.

Las ventajas para la empresa que opta por esta vía es que mejora su imagen ante los proveedores ya que sus pagos están avalados por una institución financiera; un factor nada desdeñable ya que da una mayor capacidad negociadora ante ellos. También otorga otros puntos fuertes como optimizar la gestión de su tesorería. Por su parte los proveedores tienen garantía de cobro y reducen enormemente los riesgos de impagados.

Su principal desventaja es que las entidades financieras no lo conceden a todo el mundo, sino que lo limitan a empresas con una trayectoria dilatada y que el banco percibe como fiables para que le sea rentable gestionar el pago de sus facturas.

Leasing: es una manera de financiar la adquisición de activos mobiliarios e inmobiliarios. Normalmente la empresa solicitante requiere algún tipo de bien como equipamiento o una instalación. El proveedor se lo facilita a cambio de un contrato de arrendamiento financiero (de una duración mínima de dos años si es un bien mueble y de diez años si es una propiedad inmobiliaria).

Conviene señalar que hay dos tipos de operaciones de leasing: las financieras (donde el arrendador no se compromete al mantenimiento de la propiedad adquirida) y las operativas (en las que sí que proporciona el mantenimiento). Una vez vencido este plazo, la empresa solicitante puede optar por adquirir el bien (pagando el valor residual), renovar el contrato de arrendamiento o entregar el bien en leasing a la empresa.

Las principales ventajas de esta vía de financiación es que ahorra a la empresa importantes desembolsos iniciales para adquirir estos bienes que pueden ser vitales para la actividad del negocio. También otorga beneficios fiscales y no hay que realizar complicados trámites para disponer del bien en cuestión.

Respecto de las desventajas, señalar que no es recomendable para según qué tipo de activos (como vehículos o equipos informáticos), para estos casos es mejor utilizar la siguiente opción.

Renting: una empresa pone a disposición de un solicitante (otra empresa o un particular) un bien que ésta necesita a cambio del pago de una renta periódica que incluye el uso del bien, así como su mantenimiento. También es habitual incluir un seguro que cubra posibles contingencias. Asimismo, arrendatario y arrendador fijan el período de tiempo por el cuál durará esta relación.

La diferencia que más salta a la vista con el leasing es que no se fija la adquisición del bien al final de contrato. En el caso del renting, las cuotas también se pueden considerar como un gasto desde el punto de vista contable y se pueden deducir en el impuesto de sociedades o en el IRPF. También es más flexible en la duración de los contratos, ya que no hay una limitación legal.

En cualquier caso, sus ventajas son que se puede acceder a servicios sin comprometer la liquidez de la empresa. Su contratación suele conllevar trámites contables muy sencillos. De igual manera, también evita problemas sobre cómo reflejar la amortización del equipo adquirido, ya que no es propiedad del arrendatario.

En definitiva, los expertos suelen aconsejar decantarse por el leasing cuando se busque adquirir un bien que se piense utilizar a largo plazo, mientras que el renting es una opción más interesante para adquirir elementos que solo tendrán un uso a corto plazo como los ejemplos citados de vehículos y ordenadores.