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España destaca en energía renovable y autoconsumo fotovoltaico, con crecimiento significativo en instalaciones solares. El país se enfrenta al reto de promover el autoconsumo colectivo, demandando mejoras normativas y simplificación de trámites para impulsar el desarrollo sostenible y eficiente de comunidades solares.

España, segundo país europeo, sólo por detrás de Alemania en potencia renovable instalada, según datos del European Market Outlook for Solar Power 2023-2027, es uno de los países con mejor recurso solar, siendo optimista el pronóstico de la evolución del sector solar español en los próximos años. Por su parte, el autoconsumo fotovoltaico ha crecido en España a un ritmo anual medio superior al 90%, de 2018 a 2022, con una potencia total instalada de 5,2GWs a finales de 2022, según datos del Informe de La Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA Renovables).

Lo anterior se ha visto impulsado gracias a aspectos tales como los avances regulatorios, la reducción de los costes de la tecnología fotovoltaica, sin obviar aquellos aspectos más coyunturales que hicieron más atractiva la apuesta por el autoconsumo, como los elevados precios de la energía, sobre todo tras la Guerra de Ucrania, y las ayudas y subvenciones anunciadas y concedidas por las diferentes administraciones, en su mayoría procedentes de los fondos Next Generation de la Unión Europea.

En el año 2023, de acuerdo con el último informe de APPA Renovables, el sector de autoconsumo fotovoltaico habría instalado casi 2 GWs, aproximadamente un 20% inferior al año de récord de 2022, pero aún en línea con las necesidades anuales para alcanzar el objetivo de 19 GWs instalados de manera acumulada en 2030, conforme al objetivo del último PNIEC actualizado.

Si comparamos las cifras del año 2023 con las del año 2021, la realidad es que el segmento residencial crece un 108% en número de instalaciones realizadas, y el segmento C&I (Commercial and Industrial) crece un 21%. El protagonismo del autoconsumo en todas sus vertientes es crucial, aproximadamente un tercio del total de la capacidad solar fotovoltaica instalada en España en los últimos años ha sido de autoconsumo.

En este contexto, - teniendo en cuenta que el número de suministros activos en España está próximo actualmente a los 29 millones - después del sector industrial/empresarial (+ de 69.000 empresas acogidas a autoconsumo de 2016 a 2023) y el subsector de las viviendas unifamiliares dentro del sector residencial (+ de 400.000 hogares de 2016 a 2023), el subsector de instalaciones colectivas, el conocido como autoconsumo colectivo o compartido, supone un gran reto a futuro, tanto por la necesidad de consolidación como por su crecimiento.

Aunque las cifras aún son relativamente bajas, ya existen casos de éxito, y se espera que estas fórmulas de autoconsumo colectivo, también conocidas como comunidades solares, sigan una tendencia significativa al alza en los próximos años.

El autoconsumo colectivo, se trata de una modalidad que se basa en la posibilidad de suministrar o vender, a través de la red ya existente, la energía excedentaria generada por una instalación de autoconsumo - generalmente fotovoltaica - desarrollada normalmente por uno o varios sponsors.

Esta electricidad generada se suministra a través de la red existente a los distintos agentes en la zona de influencia – 2 kilómetros a la redonda a través de la red existente -, ya sean empresas, entes públicos o personas físicas, de acuerdo con el Real Decreto 244/2019 y Real Decreto – ley 20/2022. Por lo tanto, esta electricidad se suministra con un descuento sobre la tarifa retail a los compradores que lo soliciten, produciéndose un WIN WIN para ambas partes.

De acuerdo a la Guía de autoconsumo colectivo publicada por IDAE en junio de 2023, el 71,8% de las viviendas familiares en España se corresponde con edificios plurifamiliares sujetos a la Ley de Propiedad Horizontal (LPH), por lo que las comunidades de propietarios son un claro ejemplo del potencial del autoconsumo colectivo.

Además, lo anterior, no sólo es válido para edificios de pisos, sino también para urbanizaciones o zonas residenciales, polígonos industriales, centros de ocio/educativos, edificios y equipamientos públicos, entre otros.

También hay que destacar las nuevas regulaciones que se han ido aprobando para su impulso en los últimos tiempos, incluyendo la aprobación reciente, a nivel europeo, de las Directivas de Eficiencia Energética así como la Directiva de Eficiencia Energética en Edificios.

En resumen, la citada regulación ha creado oportunidades para el desarrollo de nuevos enfoques en el autoconsumo que se consideran esenciales. Estos enfoques se basan en modelos colectivos que permiten un mayor beneficio y participación para el consumidor final.

Igualmente, el autoconsumo colectivo se posiciona como un modelo complementario a las plantas utility scale de vertido a la red, cuyas afectaciones sobre el territorio son mucho mayores, y donde en algunos casos, con mayor o menor razonabilidad, ya se están produciendo escenarios de oposición social a las mismas.

En todo caso, para que estos modelos de autoconsumo colectivo puedan alcanzar todo su potencial, desde distintas asociaciones empresariales como APPA Renovables, ANESE, UNEF y organismos como la propia CNMC e IDAE, se está demandando mejoras normativas adicionales.

Es importante mencionar que, si bien el proceso de tramitación de estos proyectos se ha simplificado en comparación con años anteriores, la velocidad a la que se otorgan los permisos y autorizaciones es en general mejorable, aunque varía dependiendo de distribuidora de electricidad, la comunidad autónoma y el municipio donde se encuentre ubicada la instalación. La introducción de la figura del gestor de autoconsumo es otro aspecto que se entiende clave en lo que a tramitación se refiere.

De este modo, la gran apuesta por este tipo de iniciativas, en las que claramente hay un interés por establecer estrategias que se centren en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y la importancia de medir el impacto de éstas en el medio ambiente, y donde además se incluye un cambio hacia un modelo energético renovable, distribuido y con mayor involucración de los consumidores o “prosumidores” o las comunidades locales, pone de manifiesto la necesidad de que se estructuren también alternativas de financiación que impulsen este tipo de autoconsumo colectivo y comunidades solares.

Además, la evolución de estas iniciativas de autoconsumo colectivo puede llevar, a su vez, a la creación de Comunidades Energéticas, un concepto más alambicado de autoconsumo compartido. Estas comunidades permiten a las instituciones públicas, privadas y a los ciudadanos producir, consumir, almacenar, compartir y vender energía renovable de manera colectiva. Con el fin de promover y definir más precisamente estas comunidades, el Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha propuesto un proyecto de Real Decreto que incluye una serie de medidas que permitan impulsar el desarrollo de estas comunidades específicamente.

La situación actual conlleva el reto de ir adaptándose a las necesidades de los distintos inversores, financiadores, agentes/partícipes y a los distintos avances regulatorios y burocráticos. Actualmente, nos encontramos en una fase temprana, pero con numerosos casos de éxito, lo que hace necesario que se estructuren alternativas de financiación a medida que impulsen este tipo de autoconsumo colectivo y comunidades solares, con una asignación clara de riesgos y responsabilidades, entre los distintos partícipes, aprovechando, en algunos casos, el acceso a las ayudas y garantías que se ofrecen desde la UE para llevar a cabo este tipo de instalaciones, todo ello esencial para atender esta nueva modalidad de generar y consumir energía de manera distribuida, sostenible, eficiente y, a la vez, económica y financieramente viable.