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Andorra está en el proceso de rediseño como país. En este proceso deberá inexorablemente fortalecer su estructura de Estado, lo que conlleva incorporar los “inevitables” impuestos.

Los impuestos son tan generalmente despreciados que ya desde el principio me cayeron bien. Y son necesarios. Nadie los quiere pero… no hay más remedio. Mucho se ha escrito sobre si los impuestos deben ser directos o indirectos, ventajas e inconvenientes. Pero lo cierto es que todos los países modernos tienen ambos tipos de impuestos. ¿Capricho? ¿Casualidad? No lo creo.

Soy consciente de que los impuestos indirectos tienen sus aspectos débiles pero permiten una recaudación muy importante. En España el Impuesto sobre el Valor Añadido, IVA, es el impuesto que más recauda. Por otra parte, son de aplicación general, son algo menos “dolorosos” que los directos por pagarse en pequeñas dosis y, a través de gravar el consumo, incentivan el ahorro, ahorro que si hubiera estado más de moda, ahora no estaríamos con la crisis que estamos.

Así, cuando el Govern de Andorra nos pidió que les ayudáramos a preparar un borrador de la eventual futura ley de IVA de Andorra, acepté encantado. Aunque no se lo crean, tengo un equipo de gente a quien no sólo le gusta, sino que disfruta con eso del IVA. Y para un amante del IVA, ¿qué puede ser más excitante que ayudar a crear una nueva ley? Por un momento la cuestión no era deducir la mejor interpretación de una ley existente sino reflexionar sobre la génesis de una nueva ley. ¿Cómo creíamos que debería ser? Conocíamos muchos de los defectos de nuestra Ley, pero ahora la cuestión era aprovechar ese conocimiento para evitarlos en la ley andorrana. Todo un reto.

Atrás quedaron muchas y muchas horas de trabajo y discusión del borrador con nuestros interlocutores del Govern. Interminables reuniones comentando los elementos esenciales de la ley y evaluando su adaptación a la realidad andorrana, viendo con ellos el porqué de cada artículo, de cada epígrafe, de cada coma. Y el fruto de todo ese trabajo ahora está colgado, mejor me gustaría decir, depositado en la web del Govern d’ Andorra, a disposición de todos los que quieran leérsela, conocerla y estudiarla.

El borrador está basado en los principios inspiradores de la Directiva europea. Andorra también es Europa. Los mismos principios que fundamentan el impuesto vigente en sus países vecinos. De hecho, el IVA es de aplicación en la inmensa mayoría de países occidentales. El IVA es un impuesto, digamos, contagioso. Lo adopta un país, tiene éxito y, al poco tiempo, el país vecino lo adopta también. Es como la teoría política del efecto dominó, pero en impuestos.

Como todos sabemos, el IVA tiene un gran defecto y una gran virtud. El defecto es que es un impuesto. Eso tiene difícil solución. La virtud es que es un impuesto neutral. Es un impuesto que no favorece ni dificulta los procesos industriales o productivos. Consigue imponer el mismo grado de gravamen para un bien cuya fabricación esté absolutamente disgregada como el proceso de fabricación más integrado. Para los economistas, el IVA sería el impuesto indirecto perfecto. El IVA recauda, pero no interfiere. Y eso es fundamental para cualquier país.

Al final, lógicamente, la decisión la tienen los ciudadanos andorranos. Y la ley será como ellos, a través de sus legítimos representantes, quieran. No podía ser de otra manera. El nuevo Govern tendrá que decidir si el borrador actual es el correcto punto de partida para su discusión parlamentaria o prefiere antes introducir algunos cambios.

Sea como fuere, nos sentimos muy orgullosos de nuestra contribución, y nos ponemos a disposición del Govern para colaborar en la consecución de la mejor ley del IVA para Andorra, en especial en lo que se refiere a los aspectos más técnicos de este complejo impuesto que, sin ser perfecto, es el más perfecto de los impuestos indirectos.