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En rueda de prensa celebrada el pasado día 4 de junio de 2014 en la localidad portuguesa de Vidago, tras la 27ª Cumbre entre España y Portugal, el Presidente del Gobierno, Sr. Rajoy Brey, fue preguntado por el proceso de sucesión en la Corona recién abierto como consecuencia de la abdicación del Rey don Juan Carlos.

En su respuesta, el Presidente del Gobierno señaló que “España es por fortuna una democracia avanzada, con unas instituciones fuertes que van a estar a la altura de las circunstancias y con un cuerpo legislativo que se va a cumplir”.

Al parecer, estas palabras fueron ratificadas por el Primer Ministro portugués, Sr. Passos Coelho, quien, según informaciones periodísticas, afirmó que “España es una democracia suficientemente avanzada y madura” como para afrontar situaciones como la que ha surgido.

Ignoro si la expresión utilizada por el Sr. Rajoy fue intencionadamente buscada o no. Ignoro también si el Presidente pudo hablar así influenciado por el editorial publicado el día anterior, 3 de junio, por el diario “La Razón”, en el cual, en relación con la reciente abdicación, se señalaba que el Rey “Se va con el orgullo del deber cumplido; culminada la misión que se impuso: hacer de España unademocracia  avanzada, incardinada en Europa”.

Si el Viejo Profesor Tierno Galván hubiera podido escuchar las declaraciones del Sr. Rajoy o hubiera podido leer el editorial de “La Razón”, probablemente se habría sentido confuso al comprobar que el Presidente del Gobierno reconoce como alcanzado uno de los objetivos de la Nación española, según el Preámbulo de la Constitución de 1978. Y lo mismo habría sentido al comprobar que un diario –no precisamente de izquierdas- proclama que dicho objetivo lo ha conseguido nada menos que el Rey.

En efecto, el Preámbulo de la Constitución, redactado por Enrique Tierno, afirma entre otros extremos, que la Nación española proclama su voluntad de establecer una sociedad democrática avanzada.

José Manuel Otero Novas[i] recuerda«Redactada la Constitución y establecidas ya en el Congreso las líneas maestras del consenso, se confeccionó un Preámbulo para la misma. Pretendía ser una breve pieza retórica que no molestara a nadie, y se propuso, como así se hizo, votarlo sin debatirlo. Cuando lo leí, y entre otras cosas proclamando la voluntad de la Nación española de establecer una sociedad democrática avanzada, me repelió encontrarme con un adjetivo para la democracia. Pero me pareció un mero gesto progresista sin trascendencia. Y no hice nada en contra de su inclusión. Bastante habíamos discutido ya sobre el articulado».

Sin embargo, a continuación Otero Novas explica cómo años más tarde, en 1.984, y a raíz de la lectura de las Resoluciones del XXX Congreso del PSOE, llegó a pensar que tal vez la introducción de la expresión “sociedad democrática avanzada” en el Preámbulo constitucional no fue un mero gesto progresista sin trascendencia, y que la democracia avanzada podría ser “la versión española de las democracias populares del Este de Europa”.

Y es que, en el Capítulo I, número 21 de dichas Resoluciones, encontró Otero la afirmación de que “la democracia como método y como proceso es la seña de identidad estratégica del comportamiento y el pensamiento socialista”. Y el epígrafe siguiente llevaba por título: “De la consolidación de la democracia a la constitución de la democracia avanzada”.

Así, para el PSOE de 1984 la democracia no era sino un método, un proceso o un paso necesario hacia la democracia avanzada –que tampoco era un fin en sí misma-.

Juan Antonio Andrade Blanco, profesor de la Universidad de Extremadura recuerda que en el XXVII Congreso del PSOE, éste“desestimaba la toma sorpresiva del poder al modo bolchevique” para defender, por el contrario, “una estrategia al socialismo a través de fases sucesivas”. Para ello “había que reemplazar la dictadura franquista por una democracia homologable a las europeas. Luego, bajo el amparo legal del Estado de derecho, se iría desbordando el carácter formal de las instituciones liberales y se iría buscando su compatibilidad con nuevos órganos de poder de base. Más tarde, ya en la denominadademocracia avanzada, cuando el poder real de las clases dominantes se hubiera transferido a los trabajadores autónomamente organizados, cuando se hubiera neutralizado cualquier tentativa reaccionaria y cuando los organismos de poder popular hubieran subsumido los cometidos fundamentales de las instituciones representativas, se estaría en disposición de dar el salto definitivo al socialismo; es decir, a la desaparición de las clases sociales y a la extinción consecuente del Estado”[ii].

Un año antes del referéndum en que se aprobó la Constitución, Gregorio Peces-Barba publicaba un artículo[iii] en el que afirmaba:

«En esta peculiar etapa española, quizá la primera toma de conciencia seria es la de este compromiso de aceptación y de renuncia que supone la democracia constitucional. […] Y este compromiso no supone relegar las críticas que se hicieron desde el marxismo al formalismo y a la insuficiencia de un cierto Constitucionalismo liberal, sino intentar modificarlo incorporándolas a otro más actual. […] la Constitución puede ser hoy cauce de construcción de una democracia avanzada, a partir de la cual, y sin renunciar a la libertad política, se puede alcanzar la sociedad socialista»

En vista de lo anterior, parece que la introducción del término “avanzada” en el Preámbulo constitucional por parte de su redactor Enrique Tierno Galván pudo estar cargada de intención y no ser del todo inocente. Lo que sorprende es que actualmente utilicen el mismo término quienes, sin duda, no le dan el mismo significado que le pudo dar entonces el Viejo Profesor.

Ramón Gutiérrez del Álamo, Socio, Director del Area de Dcho. Procesal  

[i] “El Régimen Constitucional Español de 1978. Perspectiva desde mis experiencias Texto de la Ponencia presentada por el autor en el Congreso «España Cara al Siglo XXI» de la Professors World Peace Academy, en octubre de 1986.

[ii] “Del Socialismo autogestionario a la OTAN: notas sobre el cambio ideológico en el PSOE durante la transición a la democracia”, en Historia Actual Online, nº 14 (Otoño 2007), 97-106.

[iii]La constitución como reglas del juego”, Diario “El País”, 6-XII-1977.