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Acaba el verano y, como siempre, a primeros de Septiembre empiezan a aparecer los coleccionables, la compra de los libros escolares y, por supuesto los divorcios.

Las separaciones en España tras las vacaciones estivales son todo un clásico para los abogados especializados en derecho de familia.

Año a año se vienen sucediendo los mismos patrones de conducta sociales, en este caso en las relaciones de pareja, pero sobre todo, en aquellos matrimonios que tienen hijos menores.

Las causas del aumento de los divorcios son varias, veamos algunas:

1.La pareja no se soporta. Las vacaciones estivales suponen, por lo general para los matrimonios pasar tiempo juntos y con sus hijos. En teoría ese hecho debería ser una causa de satisfacción, pues tras un largo año de trabajo donde sus rutinas diarias hacen que solo se vean al final del día, el pasar las 24 horas del día con la familia unida debería ser motivo de gozo.

2.Los móviles. “A móvil despistado, divorcio seguro”. Esta causa es muy habitual en los últimos años, sobre todo con los móviles de nueva generación y los sistemas de mensajería instantánea como whatsapp. Un simple curiosidad de la pareja puede provocar la discusión del siglo si descubre algo que no le gusta en el móvil, y por lo general suelen ser mensajes con amigos/as subidos de tono, y no digo ya con documentos gráficos que muestren algo más de lo normal. Y es que ya se sabe lo que dicen, “la ignorancia da la felicidad” o “la curiosidad mató al gato”.

3.Las redes sociales. Otro clásico que lleva en muchos casos infidelidades encubiertas, a modo de identidades falsas, sexo falso, etc… Son muchos los casos en el despacho donde un tal “Manolo” realmente era la compañera de trabajo. En este caso, idem de lo mismo, se pasa de la felicidad al odio en cuestión de segundos.

4.Las manías. La pareja pasa tanto tiempo en el trabajo que realmente no tiene tiempo para conocerse en el hogar familiar. Comen fuera, incluso cenan fuera y cuando llegan a casa el diálogo que mantienen entre ellos es mínimo. Cuando esto se convierte en costumbre y pasamos a estar uno al lado del otro de manera constante y real (no virtual como hacen muchas parejas) descubrimos que cada uno tienes sus propias manías que no detectamos en casa. Esas manías, que quizá al principio de la relación pueden resultarnos graciosas, con el paso del tiempo se convierten en nuestra peor pesadilla.

5.Los familiares incómodos. Lo que se antojaban como unas vacaciones ideales se tornan en algo desagradable cuando tenemos que pasarlas al lado de un familiar “no muy deseado”; pongamos por ejemplo a la suegra, todo un clásico en los divorcios, pero no solo en verano sino durante todo el año. En este apartado las experiencias en el despacho de abogados darían para escribir unos cuantos libros pues las características de tan peculiar ser humano pueden ser tan dispersas que los modelos de suegras pueden ser infinitos. Las habladoras, las que “ponen caritas”, las que tienen lengua de látigo, las insoportables, las que solo saben quejarse, las que intentan suplir a los padres en la crianza de los menores, las pesadas, etc…. Son tantos los calificativos con los que los clientes las describen que pararemos aquí, so pena de aburrir con el intento.

6.La higiene personal y en el hogar. Aunque puede parecer algo menor, es un motivo de divorcio muy usual, fijense que en Inglaterra la falta de jabón es el primer motivo de divorcio. En España no se si será el primer motivo para separarse pero desde luego, es uno de ellos.

7.La nula colaboración en las tareas domésticas. Hoy día tanto uno como otro trabajan y lejos quedaron aquellas familias donde ella se encargaba de la casa y el cuidado de los hijos, y él se dedicaba a traer el dinero al hogar. Estar juntos en casa un mes supone barrer, fregar, planchar, limpiar, etc… Si todas esas tareas recaen sobre uno, mientras otro se encuentra sentado en el sofá, es mejor ir pidiendo cita con el abogado.

8.Discrepancias a la hora de gastar el dinero. Comer en un burguer o en un restaurante de prestigio puede ser causa de un divorcio y es que todo depende de la economía de cada familia y su adaptación al entorno. Puede que hace tres años que la pareja no se va de vacaciones, pero quizá este año que si lo hace, es precisamente cuando uno de ellos se encuentra en el paro, o cuando se espera el segundo bebé, o cuando tenemos pendientes tres recibos de la hipoteca. Estos hechos deben hacer pensar a los cónyuges en comer en uno u otro lado. La razón suele dictar donde hay que comer, aunque ya se sabe que el sentido común es el menos común de los sentidos.

9.El cuidado de los hijos. Tener un hijo es tener un tesoro aunque a veces para algunas parejas su cuidado puede resultar demasiado pesado en tiempos de vacaciones y es que ya se sabe, en vacaciones no hay colegio, los niños tienen que estar con los padres desde que se levantan hasta que se acuestan, lo que algunas veces puede resultar agotador, sobre todo, si estamos acostumbrados a verles 30 minutos por la mañana antes de ir al colegio y cuando regresan, al final de la tarde.

10.Perspectivas no logradas. Dicen que cuando el diablo no tiene nada que hacer, mata moscas con el rabo. Las vacaciones son un tiempo de asueto, donde nuestra cabeza no tiene tareas inmediatas y urgentes como en épocas laborales. Este hecho, puede producir que demos vueltas y vueltas a reconsiderar nuestra relación de pareja y a hacernos preguntas cuyas respuestas no nos sean satisfactorias, más si cabe, si nos permitimos el lujo de comparar nuestra relación con la de otros. Alguien puede salir mal parado.

José Ramón Felipe Condés

Fuente: JR Abogados

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