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Un estudio realizado por científicos informáticos de la Universidad de Stanford recientemente publicado ha revelado que a partir del Big Data procedente de smartphones de uso ordinario es posible llegar a conocer datos personales –como por ejemplo datos de salud- de un determinado usuario. Y no sólo eso, sino que a partir del rastro del Big Data de una persona, quedan igualmente expuestas miles de personas más de su entorno, de las cuales cabe también obtener información personal.

Así, a partir del Big Data obtenido de los smartphones de un grupo de 800 voluntarios, los investigadores de Stanford pudieron inferir, por ejemplo, que una de estas personas sufría de arritmias cardíacas solamente a través del registro de llamadas recurrentes a un cardiólogo, a la farmacia local y a la línea telefónica de vigilancia de arritmias. Asimismo, se supo que otro de los voluntarios poseía un rifle semiautomático AR por sus frecuentes llamadas a un vendedor local de armas cuya especialidad son los rifles semiautomáticos AR, además de por sus llamadas al servicio de atención al cliente de un fabricante de este tipo de armas de fuego.

Hasta el momento, la opinión más generalizada respecto al Big Data era que esta tecnología no comportaba necesariamente el inferir detalles personales tan específicos y de carácter tan sensible partiendo solamente del tratamiento masivo de datos disociados. En vista de los resultados del estudio anteriormente mencionados, es evidente que el Big Data extraído de los smartphones –restringido a información sobre llamadas, mensajes de texto, sus tiempos y sus duraciones- revela por sí solo una sorprendente cantidad de detalles personales de los ciudadanos y, por tanto, deberá seguirse la evolución de los criterios de aplicación de la normativa de protección de datos a este tipo de tecnología.

Claudia Ros y Cristina Clos