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La violencia de género es una innegable realidad social que ha brillado por su presencia en los últimos años.

Las cifras anuales, así como las estadísticas estatales, ponen de manifiesto que la violencia de género no se ha erradicado en nuestra sociedad actual.

Es por ello por lo que nuestro sistema judicial ha introducido recientemente numerosas medidas para tratar de prevenir y condenar este tipo de violencia.

Existen leyes y medidas para prevenir la violencia de género, pero en el presente artículo no nos centraremos en ellos, pues la pulsera de control telemático supone la introducción de una medida de protección posterior, y no de prevención.

La pulsera de control telemático se trata de un dispositivo que permite a las autoridades asegurar el cumplimiento de la pena.

En el caso de un político corrupto que acaba de salir de prisión, la pulsera se le impone para que no abandone el país o para asegurar que cumple con el arresto domiciliario que se le haya impuesto.

Sin embargo, en delitos de violencia de género, el control telemático se utiliza para evitar que el condenado se aproxime a la víctima o a sus familiares.

Es frecuente en un delito de malos tratos o acoso que se imponga al hombre una orden de alejamiento, para evitar que vuelva a actuar contra la mujer.

El avance de las tecnologías en nuestra sociedad permite llevar a cabo un control muy preciso de la localización del condenado, así como de su víctima.

Para ello, es preciso que la mujer víctima de violencia de género de su consentimiento, pues ella también deberá ser portadora de un dispositivo electrónico para permitir a las autoridades controlar que el condenado o inculpado no incumpla la orden de alejamiento.

En rara ocasión la mujer se niega a portar dicho dispositivo, pues las mujeres víctimas de violencia de género sienten un gran miedo de que el agresor se aproxime a ellas.

El agresor, por su parte, estará obligado a portar dos dispositivos.

No soy experta en aspectos tecnológicos por lo que no soy capaz de explicar los detalles técnicos.

Sin embargo, puedo afirmar que dichos dispositivos permiten localizar al condenado y emiten una frecuencia en caso de que incumpla el alejamiento.

Además, están diseñados de tal manera que permiten detectar si han sido manipulados o destruidos, de forma que el condenado no podrá romper el la pulsera y dejarla en su domicilio mientras incumple la orden acercándose a la víctima, pues dicha pulsera detecta el contacto con la piel.

Cabe apuntar que este tipo de medida puede darse tanto como una medida cautelar como una pena en sí.

Ello quiere decir que se puede condenar en sentencia firme a una orden de alejamiento, o que ésta puede imponerse como medida cautelar mientras se está investigando la posible comisión de la agresión o delito.

Si una mujer denuncia a su pareja por malos tratos, el juez podrá dictar una medida cautelar consistente en una orden de alejamiento y el control telemático del hombre mientras se investigan los hechos.

Existe una parte de la doctrina e incluso de la sociedad que pone en duda dicha medida cautelar, afirmando la privación de libertad que sufre en ese momento el hombre no declarado culpable que tan solo está siendo investigado.

Para justificar esta medida, en derecho se utiliza el método de la ponderación, que consiste en poner una balanza los dos derechos que colisionan, en este caso el derecho de protección de la mujer y el de libertad del hombre.

Considero razonable entender que, en abstracto, parece más importante proteger a la mujer de una posible agresión que evitar que el hombre pueda verse privado de su libertad al no poder acercarse a determinados lugares.

El Código Penal pretende en todo momento acabar con la violencia de género, de tal manera que ha introducido recientemente un nuevo delito de quebrantamiento de condena para aquellos que incumplan la pena de la que venimos tratando.

Dicho código establece una pena de prisión de seis meses a un año para aquellos que, habiendo sido condenados a cumplir una orden de alejamiento, una medida de libertad vigilada, o cualquier otra pena de la misma naturaleza, la quebranten.

Añade además la imposición de una multa en el caso de manipular o destruir el dispositivo electrónico de control telemático que se impone para asegurar el cumplimiento de tales penas.

En definitiva, la pulsera de control telemático pretende garantizar cierta seguridad a quienes han sido víctimas de violencia de género, para tratar de evitar que vivan con miedo a volver a ser agredidas.

Se trata de un medio de protección que se ha hecho posible gracias al avance de las tecnologías, y que desgraciadamente cada vez es de más frecuente imposición, al ser la violencia de género una realidad social lejos de erradicarse por completo.

Fuente: JR Abogados

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