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Las obras de arte en formato NFTs se almacenan en los denominados “smart contracts” o contratos inteligentes -un código informático que se ejecuta automáticamente cuando se dan una serie de condiciones previas- que luego se añade a la cadena de bloques-.

Así pues, los NFTs tienen la seguridad y las ventajas que ofrece la red Blockchain que, de manera resumida, es una cadena de bloques en la que, cada bloque, con tiene datos o información, un “hash” propio – un código único similar a lo que sería una huella dactilar- y el hash del bloque anterior, que permite identificar un bloque concreto y que debe ser validado por todo aquel que utilice la red (consenso público).

Así, la información contenida en un bloque resulta muy difícil de alterar. De hecho, si la información cambia, el hash (código único) también debe cambiar, porque ya no se trataría, por ende, del mismo bloque, por muy pequeño que haya sido el cambio. Esto da una seguridad enorme tanto por lo que respecta a la obra en sí misma, como por lo que respecta al titular de la obra.

En este sentido, es posible revisar y hacer un seguimiento del historial de transacciones. Es decir, podemos saber quién creó la obra y quién la ha comprado, verificando así su autenticidad y titularidad. El creador de la obra se identifica por la clave pública -parte permanente de la historia del token- y el titular o propietario de la misma, mediante la clave privada.

El hecho de poder identificar al creador de la obra puede resultar muy beneficioso para ejercer los derechos de propiedad intelectual, evitando, por ejemplo, falsificaciones u obteniendo las regalías que correspondan por la reventa de la obra. Asimismo, el propietario de la obra podrá ejercer sus derechos y perseguir copias o plagios o enfrentar a aquel que afirme falsamente ser el propietario por no disponer del título legítimo que lo demuestre.

Por otro lado, los NFTs pueden venderse en cualquier mercado de NFT o peer-to-peer y la venta puede realizarse directamente, sin la intervención de ningún intermediario, lo que resultaría en un ahorro del coste que supondría contratar dicho servicio.

En conclusión, las obras de arte digitales en formato de NFTs resultan interesantes para el mercado actual ya que pueden venderse y comprarse sin intermediarios, al tiempo que permiten acreditar la titularidad y la autenticidad de la obra con la seguridad que aportan actualmente las cadenas de bloques o Blockchain.

Juliana Suárez

Abogada especializada en Derecho Tecnológico y Propiedad Intelectual