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Hay marcas que a todo español le mueve a nostalgia y cariño por lo que representan. Algunas veces son valores claramente nacionales, como nuestro “Toro de Osborne”, y en otras porque se asocian a momentos de nuestra infancia, como pueda ser “Heno de Pravia” o “Anís del Mono”, productos que en muchos casos tomaban nuestros mayores, especialmente en época navideña por ser el acompañante ideal de los mantecados en las mañanas frías de invierno.

La historia de Anís del Mono

Pues bien, la marca Anís del Mono tiene una historia más que curiosa. En 1898, una familia catalana de Badalona, los hermanos Bosch, diseñan un producto anisero sobre la base de tres conceptos muy identificativos: una botella más que característica, y que más de de uno hemos usado para acompañar nuestros villancicos; una etiqueta octogonal; y en tercer lugar, encuadrada en dicha etiqueta, la que parece es la figura de un mono con cara humana.

La leyenda cuenta que siendo España, a final del siglo XIX, un país eminentemente católico, y en consecuencia por aquella época su sociedad contraria a la teoría darwinista de la evolución, por la que el ser humano no es sino una evolución temporal del simio o mono, los hermanos Bosch usaron el rostro del científico británico para mofarse de él en la etiqueta.

Las marcas de la competencia

Como ocurre con el líder en un sector, la prueba más evidente del éxito lo constituye la copia de sus signos característicos, generalmente visuales, por parte de la competencia. Así, y sucesivamente, proliferaron distintos anises que generalmente compartían una figura octogonal en su etiquetado y se servían de animales para la promoción de su producto: anís la cebra, anís el caballo, anís el águila…

Pero la gota que colmó el vaso fue la salida al mercado del Anís del Tigre, en cuyo etiquetado se representaba a un tigre atacando a un mono, con lo que ello implica en términos de mercado para el subconsciente humano: el tigre (nuevo producto) se come al mono (producto líder). En este caso los titulares de la marca Anís del Mono acudieron a los tribunales demandando la defensa de sus derechos. Pero cual sería su sorpresa cuando el juez dictó una resolución contraria a los intereses de este último signo por la increíble argumentación de que no se le veía bien en la etiqueta al mono, si éste tenía o no mamas, por lo que bien podría ser una mono hembra en lugar de un mono macho.

Pero no queda aquí la historia de tan entrañable marca. Porque más adelante, durante la guerra civil, Anís del Mono fue el anís que consumía la España nacional, frente al anís consumido en la España Republicana, que no era sino Anís Castellana, pero ello ya es otra historia que no por menos curiosa, merece de seguro un capítulo aparte, que probablemente llamará la atención de los amantes de las marcas históricas de nuestro querido país.

Autor: Rafael Jiménez Díaz es Socio Director de Fernández-Palacios Abogados